jueves, 29 de marzo de 2007

Los viajes de mi hermano


Entrevista con G-Love (Parte 1 de 2)

Somos una familia de viajeros. Hoy mi hermano se dirige hacia Italia, la semana que viene me escaparé a Nueva York y mi padre estará llegando a Medellín la semana después. Esta coordinación en los viajes -todas por distintas pero apasionantes razones- viene ocurriendo desde el final de la secundaria de mi hermano. En el verano de 2004, por ejemplo, mientras yo estaba por Francia estudiando, mi hermano no sólo estuvo por México, sino que terminó de misionero en Nicaragua.

"Un momento", se preguntarán algunos, "¿ese hermano de Ponce de pocas palabras?" Ese mismo, y no de poco verbo diría yo, sino de precisos. Mi hermano es un conversador comedido, certero, como lo es un buen esgrimista con la espada. No es palabrero como yo, que muchas veces me desbordo en inconsecuencias (y cafrerías).

Todos sus viajes, sin embargo, no son internacionales. Con cierta regularidad se va para Villalba y Orocovis para mantener constante el lazo con la increíble fanaticada que ha cultivado en el corazón de la Isla. Enlaces que él muy bien aprovecha como lo hizo para este viaje a Italia. Este hermano de Ponce recaudó $2,000 en dos semanas para costearse el pasaje y una actividad de universitarios en Roma. Claro, él es artista y vendió algunos de sus cuadros, pero completó lo que le faltaba yéndose a la montaña a vender boletos para el sorteo de una de sus otras pinturas. ¡Mierda!, me hubiese metido a artista, a diseñador gráfico, porque no creo que pueda recaudar, con la aparente facilidad que él lo hizo, tanto dinero en tan poco tiempo. Y es que nadie estará interesado en comprar un boleto para la rifa de un cuento.

Pero, claro, mi hermano tiene sus 'otros' viajes de vez en cuando. Véanlo en los videos que finalmente incluyo en el blog y que acompañan esta entrada. Lo curioso es que él no nos dijo nada de esta filmación hasta que mi hermana lo vio en Youtube. Y yo sé muy bien porque no nos lo dijo: por su engañosa economía de la palabra.


Entrevista con G-Love (Parte 2 de 2)

lunes, 26 de marzo de 2007

El Proceso (1925) de Franz Kafka (1883-1924)

La vana búsqueda de respuestas, la inquietante repetición y el torbellino de ansiedad que las acompaña son los estados de ánimo que la potente narración de Kafka transmite a través de su novela inconclusa, El Proceso. En ella se narran las desventuras de Josef K., un funcionario de banco, frente a una acusación sobre la cual ni él ni las autoridades competentes conocen o pueden esclarecer. K., en la cruzada por entender su proceso, se tropieza con unos seres invadidos de una rareza y decadencia humana tan grande que logran arrastrar el optimismo inicial –e inherentemente humano– del protagonista hasta su resignación y fin como animal.

El título de la obra tiene varios matices. Por un lado es literal porque hace referencia al proceso judicial de K. Pero también es simbólico: evoca el trance psicológico y la lucha interna de K. consigo mismo, con las fuerzas invisibles y todopoderosas del gobierno (o del destino), y con una sociedad cómplice e inmutable. Es, a fin de cuentas, el proceso devolutivo de un individuo frente a la inexplicable realidad.

Lo que más llama la atención en El Proceso es el uso del lenguaje. Si bien es cierto que la traducción al español mantiene la complejidad del alemán (lo que, por desgracia, ahuyenta a posibles lectores), es gracias a este lenguaje denso lo que provee el molde adecuado para desarrollar la asfixiante existencia de K. La descripción de la visita de K. a las secretarías en el capítulo III le muestra vivamente al lector la sensación de encierro que el protagonista también padece. Lo magistral de este pasaje es que al finalizar el capítulo, el lector termina igual de mareado que K.

La narración en tercera persona limitada y el uso extenso de diálogos ayuda muchísimo al desarrollo de los personajes ya que el narrador no está presente en todo y sabe cuando ceder la palabra a los personajes o la conciencia, como en el caso de los monólogos interiores de K. Aunque nunca terminó El Proceso, Kafka pudo crear un universo de personajes que tienen una misión específica en la vida de K. Hay tres de ellos que aparecen una sola vez en la narración pero son importantísimos para adentrarnos en las complejidades del Tribunal. Estos son el pintor Titorelli, el comerciante Block y el capellán de la prisión. Estos personajes son utilizados por Kafka para crear un falso sentido de esperanza ya que todas las indagaciones y recomendaciones que K. les hace a estos individuos siempre terminan en un enredo mayor.

Esta falta de esperanza evidencia dos de los grandes temas de la obra: la resignación y la impotencia ante los vuelcos de la vida. Vemos como la desazón poco a poco invade a K. y lo convierte en un ser sin voluntad, incapaz de librarse de su muerte «¡como un perro!».

Otro gran tema que, como los demás, también funge como una crítica a la sociedad, es el de las estructuras invisibles del poder. La deshumanizante burocracia es la que permite procesos absurdos como el de Josef K. Es aquí donde se descubre que K. muy bien puede ser el alter ego de Kafka. Los biógrafos del escritor y su propio diario muestran como él se lanzó a escribir El Proceso luego del fin del compromiso con Felice Bauer. Kafka muchas veces anotó que las visitas que hacía a la familia de Felice eran «como un juicio, en donde otros decidían el camino que su vida debía tomar.»

La imposibilidad de obtener el amor se traduce en la tensión sexual que Kafka construye alrededor de las relaciones que K. tiene con la señorita Bürstner y Leni. La esporádica, si bien imaginada, aparición de la señorita Bürstner en el capítulo final apoya esta teoría: a K. se le escapó, pero también dejó ir el amor.

Los temas presentados por Kafka requieren de la atmósfera oscura, inhóspita y demacrada que envuelve a El Proceso. Así logra recrear el efecto completo de ese vertiginoso descenso al Maelström de la pérdida de fe y la derrota, de ese final que estremece al lector. Ciertamente, Poe hubiese aplaudido a Kafka, si sólo el checo hubiese condensado la extensión de su texto para complacer el gusto del norteamericano. Este servidor, sin embargo, lo ovaciona tal y como es.

Adelantado a su época como Unamuno, Kafka es difícil de encasillar dentro de un sólo movimiento literario. Su obra es existencialista porque cuestiona el propósito de la vida humana y a falta de una respuesta, la confronta tal cual es. El Proceso es también psicológico: los personajes muestran problemas mentales y de comportamiento que van desde la doble personalidad (el comerciante Block), los fetiches (Leni y su preferencia por los acusados) y depresión (K.). Estas corrientes, junto al absurdo, convierten a El Proceso en una de las primeras novelas posmodernas del Siglo XX.

El Proceso, escrito entre 1914 y 1915, muestra ante todo la deshumanización con la que la Primera Guerra Mundial inauguró el Siglo XX. Lo curioso es que el Siglo XXI comenzó de la misma manera. Dado estas similitudes, ¿vale la pena preguntar cuán real es el mundo kafkiano? o ¿cuán kafkiano es el mundo real? ¿No será que lo único que Kafka hizo fue representar lo absurdo de nuestra existencia? Por desgracia, y ante la problemática mundial actual, todo parece indicar que Kafka fue, ante todo, un realista.

sábado, 24 de marzo de 2007

El asesinato político es terrorismo

A la memoria de Santiago "Chagui" Mari Pesquera, en el trigésimo primer aniversario de su asesinato.

La confabulación de los servicios secretos y de inteligencia norteamericana con los grupos derechistas cubanos en Puerto Rico explica que hasta esta fecha no se haya esclarecido el asesinato de Santiago "Chagui" Mari Pesquera y la de varios otros puertorriqueños y cubanos identificados con la lucha por la independencia puertorriqueña. Y es que, como hoy dijo don Juan Mari Brás, padre de Chagui, el día que se haga público el terrorismo de estado por parte de los norteamericanos en Puerto Rico, se entenderá más a fondo nuestro problema colonial.

En años en que los puertorriqueños de todas las ideologías políticas han alzado la voz para denunciar la condición colonial del ELA, pensar que una nación que ejerce poder sobre otra lo hace por principios humanitarios y de caridad es una vil irresponsabilidad y una deformación de la realidad. Estados Unidos nos ha mantenido como colonia porque así lo ha querido y ha usado toda su maquinaria económica, política y militar para mantenerlo de esa manera.

¿Cómo es posible que el expediente de Chagui haya desaparecido del Departamento de Justicia? Luego de que el caso haya sido supuestamente cerrado en el 1981 con la condena de Henry Walter Coira Story y de que se haya reabierto en 1984, un expediente de esta magnitud no se puede desaparecer accidentalmente. En este asesinato, como se concluyó desde el comienzo, hay otros individuos y entidades involucradas. Los Estados Unidos lo saben y por eso el archivo ya no aparece.

Esta desaparición se torna más curiosa porque ocurre en momentos en que el Secretario de Justicia estadounidense este -como lo estuvo Rumsfeld- en una crisis por haber encubierto el proceder ilegal de varios agentes del FBI y de fiscales de su departamento en esta Guerra contra el Terrorismo.

Estos ejemplos nos llevan a cuestionar los matices del terrorismo, ese vocablo que pasará a la historia como el más -y peor- utlizado de principios de Siglo XXI. Y aunque haya individuos y goberinos que trivialicen o exageren el estado actual del terrorismo internacional, lo cierto del caso es que el terrorismo siempre ha incluido el asesinato político. Por tanto, es hora de reconocer y denunciar que el coloniaje en Puerto Rico no es sólo una anomalía del derecho internacional que atenta nuestros derechos humanos, sino que ha creado el ambiente propicio para la existencia y ejecución de actos terroristas por parte de la potencia regente en Puerto Rico, los Estados Unidos de Norteamérica.

viernes, 23 de marzo de 2007

Versos Epónimos

I

En Bagdad, el asfalto
ha sido arrancado de raíz.
Los ladrillos están amontonados
en montes al borde de las calles
y en el aire se respira
el residuo del petróleo
mezclado con la sangre.

En Washington, las ventanas
están intactas, la primavera
ha llegado al borde de las calles
y los semáforos dirigen,
imperturbables,
a esas fieras modernas
que andan con sangre negra corriendo por sus venas.


II

Madrugadas de ansias
desvelan el sueño en la fiesta
de la calle Prospect.

Afuera la humedad
omnipresente se levanta
del cauce del río
y se te acurruca debajo del
brazo, en tu espalda
y entre tus piernas.

Cerveza incolora tornada
en elixir servida en vasos

Solored, white and blue.
Vodka de segunda sorbida
como agua de vida
y todos
en la calle Prospect
divagan, junto a la hierba
y el cigarro, en cómo perder
la virginidad una vez más.


III

Con los murmullos de otoño
nunca vagas solo.
El movimiento de las hojas
acompaña tu paso y la leve brisa
se apodera,
cual si fuera cometa,
de tu bufanda a cuadros.

La vereda de ladrillos bermejos,
retocada con una alfombra
de memorias y olvidos,
se presenta bajo tus pies
y acompaña tu vista
hasta el final de la ciudad.

El sonido del crujido a tus pies
atrae tu vista hacia al suelo,
a las hojas de los árboles
que, después de muerta,
evoca el recuerdo de aquellas
tardes primicias donde
el viento lo hacía todo.


IV

El frío se palpa
cuando olvidas tu casaca
y te paseas por las calles matutinas
de este lugar a orillas del Potomac.

La penetrante hechura del aire
te toca en tus manos, tus labios
y pecho. Es dulce y fría;
se enreda en tus cabellos.
Queda y extensa
se bate contra tu cara
y toda la respiras.


© LPR
Agosto 2004 – Julio 2005
Washington, DC

jueves, 22 de marzo de 2007

"Fríeme el 'Twinky' " y otras cafrerías nocturnas

Lo más que me sorprendió fue que aceptara sentarme a esperar en el Denny's de Río Piedras a las 1:20 de la madrugada por la comida que sirven sabiendo que solamente tenían dos meseros para todo el piso del restaurante. Mi comemierdería y yo no hubiesen esperado y hubiésemos salido por donde mismo entramos. Pero siempre (no sólo a veces) las tripas pueden más que la voluntad de uno. Las tripas y el afán de seguir en la jodedera incoherente y a la vez sublime de la madrugada. Jodedera que nos llevó a crear un sartén de frases y palabras que hoy, luego de la resaca, se me hace difícil recordar. Gracias que cuento con el banco de reserva de la Russe, Joel y Manuel.

Desde que nos sentamos teníamos todo cuadra'o para cuando llegara el mesero pedir todo lo que íbamos a consumir. Un cuadre que se descuadró a la hora de la verdad por la falta de ítems en la cocina. Pero bueno, en buena media hora que estuvimos esperando para que llegara el servicio, no sólo reinventamos el menú de los tragos vírgenes que tenían, sino que comenzamos a freír todo lo que había en el menú para que agilizáran las cosas en la cocina. Es entonces cuando abró la boca para decir las cosas raras que he visto por mis viajes en Estados Unidos y las que me llegan de otras partes, como es el caso de Escocia. Mi amiga Caitlin que vivió durante medio año por allá, me confirmó el juqueo que tienen los escoceses por las barras de chocolate Mars fritas. (La receta está aquí.) En la State Fair de Wisconsin probé Oreos, tomates verdes y sabe Dios qué otras cosas más envueltas en espeso batter y fritas a la perfección. (Las Oreos resultaron ser un manjar). Hablé finalmente de los Twinkies fritos y, por el maravilloso doble sentido que nos une a todos como boricuas, fue el más que pegó: "Fríeme el Twinky". ¿Un canto de guerra? ¿Un llamado al placer? ¿Una fantasía sadista? Bueno, que cada cual le ponga su significado.

Fue difícil cambiar unas alcapurrias de yautía rellenas de salmorejo del Boricua por los mini-cheeseburgers y onion rings de Denny's, pero al final todo salió bien. No hay nada como hamberguercitos con su cebollita, mostacita y salsita de tomate para matar los antojos de comida causados por un batallón de Indias y varias copas del vino de Château Terranova.

Lo maravilloso es que estas palabras confirman nuestro propio descenso al Maelström de la cafrería: de un evento literario con una de las voces incipientes de la literatura dominicana, junto a profesores, abogados y escritores, acabamos con Breakfast Slammer's, Western Burgers y Strawberry Mango Fuckers y la promesa (que ahora cumplo) de reseñar un poco de esa noche en esta, nuestra Tribu.


P.D.: ¡Viva el Perú!

sábado, 17 de marzo de 2007

Aquel bigote blanco

Hoy recibí noticias que murió un tío abuelo mío en Lima. Tenía 87 años y todavía mantenía su largo y curveado bigote blanco. Bigote de embajador, por supuesto, porque desde hacía varias décadas operaba desde su humilde hogar la Embajada de la República de Arequipa. Y Arequipa no es una república, es el departamento (división política interna del Perú) donde está ubicada la segunda ciudad más importante del Perú (y cuna de mi autor preferido y compatriota, Mario Vargas Llosa).

Los arequipeños son bien regionalistas y orgullosos de su historia y tradiciones. Arequipa es el Ponce del Perú. Han creado un pasaporte Arequipeño, idea que Don Arnoldo Guillén, mi tío abuelo, tomó y convirtió en una institución registrada ante el gobierno peruano y reseñado -en su época- en los programas de radio y en los periódicos: la Embajada Arequipeña.

Además de embajador, lo peculiar del tío Arnoldo fue su pasión por el juego. Su gran vicio eran las peleas de gallo. Pero un vicio que también logró encausar en una manera académica al escribir uno de los primeros libros sobre las reglas internacionales de este deporte.

Hijo de grandes hacendados arequipeños, el tío Arnoldo fue perdiendo la fortuna y herencia de la familia hasta quedarse casi sin un sol. Además de las peleas de gallos, el tío también le iba a las carreras de autos, peleas de toro, al boxeo, dados, cartas. Estoy seguro que fue por el estilo de vida de don Arnoldo que mi padre siempre le ha tenido aversión al juego. Y yo comprobé la mía el día que fui a ver una pelea de gallos en Bayamón.

Ahora, ese afán mío de ser diplomático, de participar en pseudo-revoluciones (aunque el tío sí participó de una verdadera en la década del '50 contra la dictadura miliatar del momento) y bueno de ser personaje de novela, libro de historia (fue diputado al Congreso de la República por Arequipa) o por lo menos de un blog, tiene una explicación en las excentricidades del tío Arnoldo, al que solamente pude ver dos veces; veces en las que siempre quedé prendido de su largo y curveado bigote blanco.

Renia Fermaint, invitada de La tribu, y diez líneas suyas

Polos I

Lejano, desaparecido, presencia ausente.
Tu gélido cuerpo se enfrenta con el mío, ardiente, sudoroso, vibrante.
Permaneces sobre la hamaca, inmóvil y sereno, perdido en un abismal hueco vacío.
Mientras yo, inquieta y en llamas, te escucho el silencio, te analizo el alma.
Quiero viajar a tus glaciares, desplazarme por tus polos.
Pero qué puede hacer un sol caribeño entre tanta nieve, entre tanto hielo.
No puedo derretirte, no logro inquietarte, no alcanzo a moverte.
Y yo, infinito mar, calor eterno, música estridente, alocada fiesta
no soy capaz de someterme a tu in
mutable rostro de tonos azules.
Porque en mí viven los amarillos, los anaranjados, los rojos.


Renia Fermaint (1981) hubiera querido ser bailarina y pasarse la vida marcando pasos: uno, dos, tres... Pero de pequeña era más bien retraída, así que ¿cómo iba a ocurrírsele mostrar su cuerpecito contoneándose frente a un público?. Nunca tomó clases y ¿empezar a los 25? Quiere vivir en Toscana desde que vio "Bajo el Sol de Toscana" para sentarse en una mesa con vista a la nada
y, con las manos ocupadas sobre una maquinilla Underwood, dedicarse al "maniático vicio de escribir". Así espera marcar y fundir los latidos de su corazón con el de las teclas.

domingo, 11 de marzo de 2007

Los temas de siempre - I

Una amiga me dijo el viernes que ya no le temía a casi nada en la vida. Yo inmediatamente le repuse que, mira, yo sí le temo a algunas cosas...con todo y mi discurso cafre, yo temo entrar a un caserío de noche. Le dije eso porque era lo primero que se me ocurría y porque soy muy avanti. Ella es avanti también, pero no me dijo nada más, sólo hizo un ademán de sorpresa leve ante mi respuesta clasista. Pero es cierto, no me gustan los caseríos.

Estos son algunos de los pensamientos que todos, en algún momento, nos hacemos y que todas las generaciones se han hecho. Ese afán de distanciarse del resto, de evitar, precisamente lo bárbaro y tormentoso.

De igual modo, está ese afán de cuestionarse la vida, de hacerlo por un impulso que está latente y por nuestra humana habilidad inquisidora. Me encanta hablar sobre el amor, las relaciones entre los sexos, esa inclinación para no entendernos y suponer cosas; imaginárnoslas. Lo mismo con el tema más fascinante de la humanidad: la muerte. Nos cuestionamos la vida porque al final nos enfrentamos con la muerte, lo desconocido, lo que no ha sido calculado ni esbozado (por eso existen religiones).

Sin embargo y aunque todavía puedo discurrir sobre ellos, estos cuestionamientos me interesaban más antes; ahora me van cansando. Esto me está ocurriendo por una gran razón: luego de desilusionarme muchas veces en la vida, prefiero acercarme a ella con cautela, lanzándome de a poquito. Es la causa y el efecto obvio, no? Dicho de otra manera: no me ilusiono tanto. Veo las cosas con más frialdad y pongo, por largos instantes, todo lo que es sensible y cursi a un lado (e.g., estos cuestionamientos existencialistas, amorosos, profesionales y familiares).

Caso en cuestión: escribía poesía como si no hubiera un mañana. Ya hace dos años que no escribo un verso. Todavía leo poesía (quízás más que prosa) pero me dedico más a ésta última y trabajo ideas alejadas de esos temas de siempre; voy a las minucias de la vida común y corriente. Es cierto, no podré entrar a un caserío, pero no atajo la desensibilización que me ha invadido en estos últimos años.

jueves, 8 de marzo de 2007

Dulce Carolina; dulces sueños

Hoy me estaba durmiendo al volante. Cabeceo una, dos, tres veces y mis parpadeos duran un poco más. Me asusto porque ya me ha pasado varias veces. Y no es que maneje por las carreteras y autopistas resquebrajadas de este país a las tres o cuatro de la mañana. Esto me ocurre en pleno día, a la 1:30PM cuando voy rumbo a casa luego de salir de la escuela donde trabajo en Carolina.

Esta semana Radio Universidad (no hay mejor estación que ésta) no me ha ayudado porque están con su Festival de Radio Amigos (de hecho, cooperen, por fa) y se pasan hablando mucho más de lo usual y tengo que cambiar a KQ para mantenerme despierto, pero ni eso. Ya no sé ni qué música enlatada pasan por KQ. Estoy, entonces, a la merced de mi sueño retrasado, de toda la carga de estas semanas que se vuelven cortas y pesadas.

Lo de ser maestro por el día y tomar más clases por las noches se torna fatigante por todo lo que tengo que manejar. Me levanto por la madrugada, para evitar el tapón de Bayamón y luego seguir hasta Carolina. De enseñar portugués y francés salgo a la 1:30PM, y si no he chocado (knock on wood), llego a Bayamón como a las dos. Cuando tengo maestría, que son los martes y miércoles, prefiero quedarme por San Juan para no tener que salir de casa a eso de las 4:30PM para así evitar otro tapón, esta vez de Bayamón a Santurce, y no llegar tarde a las clases que empiezan a las seis y supuestamente duran hasta las nueve (aunque ayer, gracias a unas divagaciones inoportunas, nos mantuvieron hasta las 9:30). Pero, por supuesto, no he podido realizar esta buena idea porque siempre he tenido que regresar a Bayamón luego de la escuela para acabar un trabajo o encargarme de algo. Así que además de seguir desperdiciando tiempo en tapones, gastando gasolina y contaminando el ambiente, estoy dejando $2 diarios en los peajes.

Claro, está el Tren Urbano y muchos saben que casi siempre lo cojo, pero en estas últimas semanas no he querido chuparme la travesía de casi 25 minutos de Sagrado a Bayamón, cuando a las nueve de la noche las carreteras están limpias y llego a casa en 12 minutos. Esos 13 minutos adicionales representan una ganancia. Son esa rara satisfacción de haberle ganado tiempo al tiempo y de dormir ese poquito más por las mañanas. Esos 13 minutos que, ahora estoy convencido, me han ayudado a no dormirme del todo en el expreso de Diego, cuando el sol de las 1:30 de la tarde envuelve todo en una luz que se asemeja a la que ilumina mis sueños.

domingo, 4 de marzo de 2007

jueves, 1 de marzo de 2007

Nydia Russe, invitada de La tribu

When you were young o un monólogo incestuoso

El puto CD de The Killers me está jodiendo la existencia. Cambiando canales vi a Brandon Flower cantando y ¡blink! ¡blink! Amor a primera vista. ¡Qué charro! Pues sí, pero realmente era amor al primer oído, porque era su voz la que me recordaba a Molly Ringwald, Judd Nelson, a mi hermano y a él. Fue automático. Aquel día que quería entrar rápido a la oficina marque la clave de la puerta, la abrí a lo loco y me choqué con él. Quizás sonaría más mágico si lo contará Luce López-Baralt, porque este rollo de la mirada y el espejo del alma…eso es… Ese fue el error: mirarlo a los ojos. Se parece a mi hermano, coño, te digo que no son cosas mías. Ese mismo día me fui a buscar el álbum de las fotos viejas y encontré aquella de high school que salía mi hermano con su pelito largo con ricitos atrás bien ochentoso. Él tiene el mismo color de piel y nació el mismo día, el 21 de marzo de 1979. ¡Auxilio! Estas películas de códigos DaVincis me están afectando al igual que el internet y el chat. Pero el colmo, el colmo fue cuando me dijo que estaba jarto de vivir. ¡Ja! Los aries, los aries…¡Dios mío, pero si papi lleva 40 años casado con mami! ¿Qué carajo le pasó a mi hermano? ¿Demasiado Pac-Man en los ochenta? No, y más charra y en crack estoy yo, que me pongo a creer en los niños índigos y me pongo a justificar las acciones de mi hermano con la telepatía, los súper poderes y los niños azules. Es que estoy del carajo, le escribí un cuento a ese muchacho, para motivarlo a saltar, a caerse. ¿Pero eso no fue lo mismo que hizo Mel Gibson con el tipo del edificio, en Lethal Weapon 1? Bueno, pues eso, que me hubiera gustado rescatar a mi hermano del putero de oficina que tenía en Santurce y haberle dicho: ¡mira, pendejo, deja la depresión, vente, vámonos, tú serás Thelma y yo Louis, vámonos en el BMW, booster, rooster, ja, ja, ultra charro! Escúchame bien, Bernardo, bajo ningún pretexto me vuelvas a tocar los que no tengo, porque te juro, te juro que te busco en un convertible verde y retro para que saltemos juntos. Dame la mano y vámonos a estrellar torres gemelas… ¡Aguántate y no te sueltes ni, pa’l carajoooohhhhh!

Nydia Russe
(Río Piedras, 1973) espera por un benefactor tipo Robert DeNiro en Great Expectations para dedicarse sólo y exclusivamente a escribir. Si alguien está interesado, envíele lo que sea menos un walkman amarillo Sony. Ya ella tiene uno y si en algún momento tuviese que viajar -nuevamente- fuera de este planeta se lo llevaría con su cassette mix de canciones ochentosas. "Y, ¡ah!," añade ella, "le mandaría a doña Rosa de Morovis un 'long distance dedication from Casey Casom'".

La tribu errante