Lo más que me sorprendió fue que aceptara sentarme a esperar en el Denny's de Río Piedras a las 1:20 de la madrugada por la comida que sirven sabiendo que solamente tenían dos meseros para todo el piso del restaurante. Mi comemierdería y yo no hubiesen esperado y hubiésemos salido por donde mismo entramos. Pero siempre (no sólo a veces) las tripas pueden más que la voluntad de uno. Las tripas y el afán de seguir en la jodedera incoherente y a la vez sublime de la madrugada. Jodedera que nos llevó a crear un sartén de frases y palabras que hoy, luego de la resaca, se me hace difícil recordar. Gracias que cuento con el banco de reserva de la Russe, Joel y Manuel.
Desde que nos sentamos teníamos todo cuadra'o para cuando llegara el mesero pedir todo lo que íbamos a consumir. Un cuadre que se descuadró a la hora de la verdad por la falta de ítems en la cocina. Pero bueno, en buena media hora que estuvimos esperando para que llegara el servicio, no sólo reinventamos el menú de los tragos vírgenes que tenían, sino que comenzamos a freír todo lo que había en el menú para que agilizáran las cosas en la cocina. Es entonces cuando abró la boca para decir las cosas raras que he visto por mis viajes en Estados Unidos y las que me llegan de otras partes, como es el caso de Escocia. Mi amiga Caitlin que vivió durante medio año por allá, me confirmó el juqueo que tienen los escoceses por las barras de chocolate Mars fritas. (La receta está aquí.) En la State Fair de Wisconsin probé Oreos, tomates verdes y sabe Dios qué otras cosas más envueltas en espeso batter y fritas a la perfección. (Las Oreos resultaron ser un manjar). Hablé finalmente de los Twinkies fritos y, por el maravilloso doble sentido que nos une a todos como boricuas, fue el más que pegó: "Fríeme el Twinky". ¿Un canto de guerra? ¿Un llamado al placer? ¿Una fantasía sadista? Bueno, que cada cual le ponga su significado.
Fue difícil cambiar unas alcapurrias de yautía rellenas de salmorejo del Boricua por los mini-cheeseburgers y onion rings de Denny's, pero al final todo salió bien. No hay nada como hamberguercitos con su cebollita, mostacita y salsita de tomate para matar los antojos de comida causados por un batallón de Indias y varias copas del vino de Château Terranova.
Lo maravilloso es que estas palabras confirman nuestro propio descenso al Maelström de la cafrería: de un evento literario con una de las voces incipientes de la literatura dominicana, junto a profesores, abogados y escritores, acabamos con Breakfast Slammer's, Western Burgers y Strawberry Mango Fuckers y la promesa (que ahora cumplo) de reseñar un poco de esa noche en esta, nuestra Tribu.
P.D.: ¡Viva el Perú!
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