miércoles, 8 de julio de 2009

La columna más sarcástica que ha publicado El Nuevo Día

El compañero de la Escuela de Derecho, GRG, ha escrito una joya. Buena, Guillermo, estás pasa'o.
08-Julio-2009 | GUILLERMO REBOLLO GIL
Buscapié

Mr. Me Too

El día que una reconocida figura de los medios organizó una marcha y caminó en respaldo de las comunidades del Caño, yo me quedé en mi cuarto frente al clóset indeciso, algo frustrado, sin atuendo ni modista, sin zapatillas ni hada madrina. Igual me pasó el primero de mayo. Lo mismo el día de la Asamblea de Pueblo.

Y es que, ¿qué se pone un nene de Caparra para una marcha? (Lacoste no hace polos de Obama, ¿o sí?) ¿Qué combinación de chaquetón y corbata dice que la solidaridad en la Urba se extiende más allá de la asociación de vecinos (“no need for background checks ‘cause Guaynabo City cares”)? ¿Cómo decir que “yo también soy el Caño” y que represento esa minoría dentro de la minoría dominante del país que de veras siente algo -lo que sea- por los trabajadores (¡Qué monos ellos!) o por el pueblo (“whatever that means”)?

¿Cómo hacerle un sentido coro a las voces de mis queridos columnistas furibundos que en 320 palabras o menos pierden el pelo argumentando certeramente cómo buena vibra como yo nunca apuestan el pellejo por las ideas tan lindas que esbozan? Y es de esperarse, cuando mi pellejo resulta tan susceptible al sol, que es mejor no quemarme por esa reconocida figura, y dejar los panderos y pancartas para quienes asumen sin remedio las consecuencias de un nuevo gobierno repetido sin bombo ni platillo ni poesía. Yo simplemente escribo columnas para el periódico y espero con ansias locas a que el guardia deje a los repartidores pasar, para mirar las fotos de la marcha con detenimiento, con mi cereal, a ver qué rayos se puso la gente para otro domingo al sol.

Entonces me regreso a mi cuarto. Desempolvo la cassettera, los tapes de Silvio (que tanto gustaban en San Ignacio). Agarro la camisa del concierto de Calle 13. Tumbo el aire acondicionado (“for authenticity purposes”). Me cuadro frente al espejo, y practico decir: “Yo también soy el Caño, yo…”.

El autor es escritor.

La tribu errante