sábado, 29 de marzo de 2008

El Reguetón en Eurovisión...Obliga'o

El Objetivo Fama vino gracias al American Idol y éste por el Pop Idol británico. Todo es un rico copiete y en la Europa continental está el Eurovisión, que funge como último reducto del nacionalismo europeo.

En una maravillosa conexión Barcelona-Buckeystown-Bayamón, hoy mi amigo Keith, recién regresado de España, me cuenta de qué forma el reguetonix ha invadido a Europa. La cosa está tan a fuegote que la canción más popular en Eurovisión 2008 es una parodia que el comediante catalán, Andreu Buenafuente, hizo del reguetón.

Es por este mestizaje cultural que La tribu de los cafres no sólo existe, sino que se expande por el mundo.

Un saludo a los lectores de La tribu catalanes y españoles...Keith hizo su trabajo de evangelización por la Madre Patria.

El chiqui-chiqui (u otra exquisita parodia de lo cafre):

miércoles, 26 de marzo de 2008

¿Cebiche o ceviche?

...No importa, por el momento es imprescindible que la respuesta sea Gastón Acurio.

Este chef peruano, pionero de la cocina novoandina, ya tiene un imperio de restaurantes en Latinoamérica y es amado por los peruanos tanto por su sazón como por sus ideas. Gastón Acurio, el nombre me fascina. Sí, nombre de chef, pero también hay algo de francés, de sofisticamiento. Gastón es un súper nombre.
Supe de Gastón gracias a mi prima, Karol, que nos visitó hace dos semanas desde Lima. Me contó que en el Perú, Gastón tiene un programa televisivo que se llama Aventuras Culinarias. El mismo consiste en buscar por todo el Perú los lugares dónde se hacen los mejores ceviches, anticuchos, sopas, asados...bueno, la lista es innagotable. YouTube tiene una buena selección de los episodios. Luego de visitar y comer en las mesas de estos maestros y maestras (muchos lugares son carritos en las calles, otros lucen más como chinchorros y fondas) Gastón usualmente visita a un chef más de caché, quien muestra a los televidentes una variación nouvelle del plato protagonista de la aventura



La aventura nos lleva a Pucusana

Karol y su aventura en La Guardarraya en Yauco.


Chuletón can-can y su orden de amarillos de La Guardarraya


La importancia -y popularidad- a nivel mundial de la gastronomía peruana no es ninguna sorpresa ni secreto. Si uno se pone a leer sobre el origen de los alimentos más importantes en la dieta actual, Perú figura entre las regiones que más plantas (como por ejemplo, los tomates y las papas) e hierbas ha domesticado. La geografía de este país andino -costas frente a un océano de abundante pesca, alturas en Los Andes y selva en la Amazonía- ha tenido mucho que ver a la gran variedad de cultivos y productos que las civilizaciones pre-colombinas desarrollaron. Hay que tener en cuenta el mestizaje no sólo entre europeos e indígenas, sino de africanos y luego chinos y japoneses. Tras cada inmigrante o conquistador, tras cada gesto de enamoramiento o violencia, tras cada incitación a la fornicación viene detrás una tradición culinaria, una maravillosa mezcla de sabores, vivencias y recetas. La historia de los pueblos no sólo se fragua en los campos de batalla, en las plazas y las cortes, sino también en la cocina.

Hoy ya no hay ningún restaurante de vanguardia en todo el mundo que no tenga un cebiche (sí, estoy alternando la grafía de esta palabra) en su menú. Cebiche por aquí, ceviche por allá. Que si en salsa roja o verde, o con coco y mangó. Como con cualquier plato globalizado, es muy difícil conseguir un buen cebiche en un restaurante que no sea auténticamente peruano. Claro, el ceviche no lo es todo en la gastronomía peruana. Hay una rica cantidad de platos que varían de región en región, de pueblo en pueblo. La Papa a la Huancaína, la Ocopa, el Chupe de Camarones, el Seco de Cabrito, los Anticuchos, el Cau-Cau...no les voy a hacer el listón, vayan a Google o al vecino blog PeruFood y sigan encontrando platos peruanos.

La comida boricua es sabrosa y aunque la variedad no llega a las proporciones del Perú, sí tiene varios platos estrellas que muy bien pueden ser exportables como ha sido el ceviche peruano. Me acuerdo que hablé sobre esto con Wilo Benet cuando le hice la entrevista para Appoint. Dialogábamos de su recién lanzado libro de cocina, Puerto Rico True Flavors, y del gusto que muchos han estado desarrollando por nuestra comida en los Estados Unidos. Pero, ¿cuáles platos deberíamos considerar para exportación? Deben ser los que no requieran muchos productos que sean difíciles de conseguir fuera de Puerto Rico. El mofongo podría ser uno ya que los plátanos se han popularizado y se consiguen en muchos supermercados de Estados Unidos y del exterior. Junto al mofongo, también apunto la sopa de plátano. Ahora se me ocurre pensar en la serenata (versión jíbara, dice mi padre peruano, del ceviche) con las viandas que puedan estar disponibles como la yuca o la batata y el aguacate. Finalmente, llegamos al puerto seguro de las frituras: los bacalaítos y las empanadillas pueden ser incorporados a un menú y servidos con un cóctel de vino espumoso o un mojito. Con la gran disponibilidad de productos en el mercado de la hospedería, comerse unas bolitas de mofongo rellenas de pollo al curry en un restaurante trendy en Berlín o Buenos Aires no estaría tan descabellado, sobre todo si los grandes chefs de nuestro país se dan a la tarea de incursionar en el mercado internacional del buen comer.

Vea a Gastón en esta entrevista que le hicieron en el 2006:



¿Qué plato puertorriqueño, cree usted, está listo para su debut internacional?

lunes, 17 de marzo de 2008

La insoportable sobriedad de Jefté

Vístase de verde y blanco para escapar al álbum de sus pensamientos y emociones. No tome píldoras ni mucho menos se endrogue: este viaje con escalas no reseca la boca.

Jefté

Lo conozco hace 10 años y sólo hace uno descubrí que se llama Jefté. Nunca pensé que entre su primer nombre y apellido había un personaje bíblico. (Tampoco invoque religiones ni teorías creacionistas ni nihilistas: respire hondo porque para volar no hace falta Red Bull). Jefté lo llamaban en Radio Universidad, en la biblioteca de CoPu, en el estudio de filmación y yo insistía en llamarle Luis, Luillo, Lacourt. La cancha en francés y lo suyo era pista y campo en la high. No busque el arrebato ni llame a Kundera por plagio: lo insoportable es muchas veces lo desconocido y la gran mentira de creerse rebelde en un mundo que regula hasta lo ilegal.

Jefté no chupa de la teta del cliché. Chupa más bien de una taza de cerveza vacía, de una pipa de crack desprovista de su piedrita, de un porro huérfano y con sabor a polvo. Jefté vive de sus profecías instantáneas, del rubor que causa el relampagueo entre las manos de dos extraños que se gustan, de la posibilidad -casi inasible- de ser más humano sin recurrir al exilio de la indiferencia, de la apatía, del enojo. Jefté es quizás el mesías del pueblo abandonado por Yuquiyú.

Yo creo en Jefté porque aparece en fotos a las que no ha sido invitado. Porque en él las patillas adquieren sutileza de notas musicales sin él ser músico; porque me causa una inexplicable euforia de señalar al fotógrafo en ese preciso instante en que Sérgio Méndes amenizaba la fresca noche bayamonesa. Creo en Jefté porque mi tía lo catalogó de esquizofrénico cuando en él las apariencias son un teatro, una farsa que se abre camino con las artes marciales del anime.

Dile no al lugar común y sí a las patillas de Jefté.

-Pues sí, -me cuenta Jefté con su mirada depositada en el fondo de su vaso de agua- me gustan los Oldies y Dick Clark es mi Dios y Kurosawa está sentado a su derecha.


"Hacia el oeste, les digo, allí Elvis vive todavía ".

La velada se transformó para recibir a Nino Bravo y ABBA. Después más favoritos de Dick Clark gracias a los LP's de mi papá. No bailamos porque Jefté consumió la acción toda. El rumor de los cuchicheos se escuchaba a mis espaldas: eran mis invitados que no paraban de preguntarse "¿y quién es este amigo de Ponce? No estudia en Derecho, ¿verdad?".

"La pornografía nunca es buena, mata el alma y la envenena".


>No, no estudia Derecho porque cree en las sagradas escrituras del cómic

>Jefté, serás mi asesor literario, pero yo sé más de Carmen Luvana que tú de Kurosawa.


La piñata de cumpleaños nunca bajó y el único cartón que se quebró fue el de la leche FoodClub con que nos comimos el bizcocho de chocolate de Kirkland Signature. Ya no hay una fiesta sin productos comprados en Costco: la homogenización de la globalización llama a medidas urgentes, a actuaciones desesperadas, a evitar el capeo de todos los días y a vernos de frente sin necesidad de un espejo. La tendencia es ya un regreso a los productos auténticos, a la reinterpretación de lo tradicional, al esfuerzo por retomar lo original: al Kabuki sin maquillaje.

La catarsis de la globalización.

jueves, 6 de marzo de 2008

Bistro de Paris: Amor al primer bocado

[Aquí incluyo el artículo completo que salió este mes en Appoint.]

Por: Luis Ponce Ruiz
Appoint Magazine
Marzo de 2008

El restaurante Bistro de Paris, en su nueva localización, es una escuela para los que se inician por vez primera en los delicados y bien estructurados sabores de la cocina francesa. No te asustes si no sabes ni papa de francés y ves los especiales del día escritos en ese idioma en las pizarras que encuentras en cada salón del bistro como el clásico steak tartare (filete mignon crudo, picado en trocitos y condimentado con salsa Worcestershire, Tabasco, cebolla y huevo crudo), y las anches de grenouille à la meunière (ancas de rana rebosadas con salsa de mantequilla, limón, ajo y perejil). Todos los platos son explicados minuciosamente por meseros dispuestos a atender cualquier pedido tuyo.

Además de las pizarras que se integran muy bien a la decoración parisina, taciturna y romántica a la vez, el restaurante tiene un menú establecido que contiene una variada muestra de los platos más conocidos de la gastronomía francesa. Entre estos, la muchas veces mal interpretada (porque otras cocinas utilizan un queso que no es el emmenthal) Gratinée des Halles, popularmente conocida como French onion soup, los escargots (caracoles), la ensalada Niçoise y el carré d’agneau (costillitas de cordero), además de los archifamosos postres como el créme brûlée y la tarte tatin.

En la pequeña pero simpática barra conversé con el co-propietario Thierry DuPont y chef David Chaymol sobre los bistros. Desde que viví en Francia, siempre comparaba a los bistros con los restaurantes de comfort food estadounidenses, y por supuesto, con nuestras inigualables fondas porque allí podía encontrar los platos favoritos de los franceses. Sin embargo, fue David, formado en las cocinas de Lyon, quien me explicó la importancia de los bistros: “Como en París no se produce nada y todo viene de los campos de Francia, el bistro jugó el papel de popularizar en la capital la comida de las regiones del interior”. Esto generó la fama internacional que hoy gozan el foie gras (hígado de ganso) proveniente de Aquitania en el suroeste, la tartiflette (tipo de tortilla de papas con crema y queso Reblochon) del Ródano-Alpes en el sureste y el choucroute alsacienne (la versión francesa del sauerkraut alemán, con cuatro tipos de carne) de Alsacia en el noreste.

David inició la cena con una crema de mejillones con azafrán y zanahorias, cubierta de hojaldre. Con un saladito sabor a mar, lo más rico fue sumergir las finas hojuelas de la masa en la crema y pescar uno o dos mejillones antes de llevártela a la boca. Las vieiras con hongos black trumpet en salsa de guisantes fue un plato de lindos contrastes visuales y texturas sensuales. Las ancas de rana me gustaron por su suavidad y sabor similar a la de un marisco. El choucroute vino aromatizado con malagueta y acompañado de un pedazo de frankfurter, salchicha de ajo, tocineta sin curar y una patita de cerdo ahumada. El cuerpo me pedía una cerveza Fischer d’Alsace, pero el Riesling logró una combinación perfecta.

El steak tartare lo piden los que han desarrollado un gusto particular por él y para ellos, el del Bistro de Paris no los decepcionará. Si nunca lo has comido o si no te sientes aventurero, lo mejor es obviarlo por el steak au poivre, un generoso pedazo de filete mignon flameado en cognac y bañado en una clásica salsa de pimienta, o el magret de canard aux épices, pechuga de pato con especias y salteado ligeramente en vinagre de Jerez servido con unos nabos caramelizados que parecían manzanas por lo dulce que estaban. La paupiette de poulet (pechuga de pollo rellena con ratatouille y envuelta en jamón serrano) resultó muy salada debido a la salsa de aceitunas que la acompañó. Lo mejor sería evitar el pollo y optar por la truite meunière, una trucha completa y sin espinas, en la misma salsa de las ancas de rana y servida con papas majadas.

El último servicio incluyó una tarta de chocolate maravillosamente simple y deliciosa y otra de peras al estilo alsaciano que cerró, junto al champagne, un recorrido que despertó en mí recuerdos de mis vivencias en Francia y de mis amores imposibles, muchas veces iniciados sobre las mesas chiquitas de los bistros de París.

Bistro de Paris está localizado en Plaza de Diego, Avenida de Diego 310. Los domingo, martes y miércoles abre de 12 pm a 10 pm; los jueves de 12 pm a 11pm; los viernes y sábado de 12 pm a 12 am. El Brunch se sirve sábado y domingo de 12 pm a 4 pm. Cerrado los lunes. Para reservaciones: 787.998.8929.

martes, 4 de marzo de 2008

Venezuela - Colombia - Ecuador

Las relaciones entre estas tres naciones han llegado a su punto más bajo y han desatado una crisis de proporciones mayores. Chávez manda tropas a la frontera con Colombia, Correa hace lo mismo, mientras Uribe jura que llevará a Chávez ante La Haya...yo sólo me pregunto ¿y qué de la Gran Colombia de Bolívar? Bueno, hay quienes dicen que los cambios sociales se efectúan gracias a la confrontación...Chávez busca su panamericanismo con el Socialismo del Siglo XXI, pero lo único que he visto ha sido rencillas y enemistad entre Chávez y los que no pertenecen a su club. Además, como que las revoluciones y pretender ser un rebelde, ¿no es algo maravillosamente passé sino kitsch?

Próximamente un análisis de esta crisis Sudamericana...

La tribu errante