miércoles, 30 de mayo de 2007

Carta de mi hermana
















Mis queridos hermanos:

Sé que están completamente conscientes de mi amor hacia ustedes, pero no quisiera desperdiciar la ocasión para expresarles mis más sinceros sentimientos en papel. A pesar de todo lo que he demostrado quererlos, nunca les regalé mis pensamientos así: concretos, seguros de ser y sin miedo a permanecer grabados; porque unas simples palabras despachadas por un beso en la frente y un abrazo ligero no se comparan con la palabra escrita. Hermanos, serán mi fuerza y soporte al faltar mis padres. Serán al final de todo, las únicas personas que me vieron crecer. Tengo la esperanza de que así como compartimos las risas, a lo largo de nuestra trayectoria en esta vida, sigamos compartiendo nuestras alegrías, preocupaciones y corajes, como lo es mi preocupación al no poder saber donde vayamos a parar de aquí a algunos años. Me rehúso a pensar que nuestros rumbos no se crucen, y no tengamos la oportunidad de vernos envejecer unidos, como en un principio, y ver como poco a poco el destino nos recuerda lo vulnerables y pequeños que somos ante éste. A ti, Luchito, voz de la experiencia que me ha guiado y aconsejado durante tantos años, espero poder verte más a menudo. Será imposible retroceder el tiempo y volver a convivir juntos, pero la ocasión me invita a tan solo pensar que algún día vivamos en el mismo país, que volvamos a respirar el mismo aire y que éstos nos traigan recuerdos tal vez ya olvidados. Juanqui, a pesar de tus pocas palabras y a lo difícil que se te hace expresarte, sé que me quieres mucho, espero que lo suficiente como para buscar en un futuro unirte nuevamente con nosotros, donde sea que nos encontremos. Conozco nuestros sueños y espíritus aventureros y curiosos; sé que viajaremos el mundo en busca de algo nuevo y más interesante. Debido a esto nuestras vidas se verán separadas por continentes (ya lo empezaron a estar) y espero en lo más profundo de mi alma volver a verlos y encontrarnos juntos, en un perfecto balance, como un solo aliento cuando respiramos tres.


Mis pensamientos inconclusos los despiden. Espero que los entiendan.

Por siempre los llevaré conmigo,

Su hermana

María del Pilar Ponce (Santurce, 1988) cree que no puede escribir, pero aquí está más que demostrada su habilidad. Quiere salvar a los osos polares y corales, y por eso está estudiando Ciencias Ambientales. Pertenece a una familia de viajeros, por lo que espera con ansias su primer viaje, sola, al extranjero.

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La tribu errante