martes, 31 de marzo de 2009

Sinfonía de primavera

Caminaba casi descalza porque sus zapatitos eran diminutos, su suela invisible y sus hermosos pies perecían flotar sobre la sucia vereda de Callao.  Su falda no era corta, más bien volaba sobre sus tobillos entre el humo de cigarrillo, el smog de los colectivos y las aguas estancadas de las huecos en la carretera.  Vestía de verde, mi verde luz de noviembre entre los edificios grises de tiempo, la música de las tiendas y los gritos de los porteños.  



Llegó a su destino y entonces me di cuenta que su caminar siempre había sido más bien una danza cuando se sentó en las escaleras de la entrada del instituto y al verla de frente me percaté de algo ingenioso:  la música que la hacía deslizarse por la acera provenía del iPod que guardaba entre las tetas.

martes, 24 de marzo de 2009

Cadáver mmmm exquisito y andino 3


Túpac Andina había dejado pastando a la María Félix para acercarse más hacia la voz incrédula. El Príncipe Inca la ve y en su desesperación por escapar de la  mestiza, la monta y echa a volar.



“Turbulencias en pleno vuelo” se llama la canción que escucha el Príncipe Inca sobre el lomo de la Félix.  Las nubes le restan visibilidad y es solo con el canto de los gallos de los poblados ue puede llegar a su destino:  Amautaytambo, que tiene una peculiar similitud con el parque ceremonial Tibes de Ponce. 


(continúa aquí)

domingo, 22 de marzo de 2009

Cadáver mmmm exquisito y andino

La tribu de los cafres en colaboración con el Estado Libre Seis Dedos presentan, directamente desde las Alturas Andinas, el:

"Cadáver mmmm exquisito y andino"

30 de diciembre de 2008
(en el viaje de retorno hacia Cusco luego de visitar la ciudadela de Machu Picchu, en el vagón "Vista Dome" de PerúRail).

Meditar en Machu Picchu es sentir la insoportable levedad del ser.

Meditar en Machu Picchu es volar como el cóndor, abriendo mis alas rosas, volando encima de una llama voladora. 

Las piedras y las ruinas magnifican nuestra inmediatez y nos recuerda que por más que viajemos no dejamos de ser mortales.  ¿Y quién necesita dos piernas para subir al Huayna Picchu?  ¿Quién le teme a sus angostos escalones?  Subamos, llama mía, volemos hasta lo más alto.  Hay alguien que se cree mortal por estar aquí.

Los que estuvieron antes que nosotros todavía nos tocan por sus sueños, obras y anhelos.  No cualquiera puede volar como los Incas; es, pues, ingenuo pensar que solo con alas se puede volar.

(continúa aquí)

sábado, 21 de marzo de 2009

The Story of Stuff


Por algo pongo en mi perfil "de la escuela filosófica que postula que como mejor se vive es teniendo justamente lo necesario".  

Este documental interactivo de sólo 20 mins. te hará ver lo que hay detrás de todo lo que consumimos y descartamos (a una velocidad no sustentable y, si me permiten, llanamente absurda). 

Anticipando la crítica de libremercadistas-ultra derechistas, el problema no es la alianza entre el gobierno y las corporaciones (a.k.a., los grandes intereses) que ha diseñado a propósito la sociedad de consumo para el beneficio de unos pocos.  El problema es que, contrario a la propaganda liberal-capitalista, el consumo desmedido e innecesario, a la larga, nos hace menos felices.

Compartan esto con todos sus conocidos, sus listas de correo-e, sus blogs y redes sociales (Facebook, MySpace, Hi-5).  Rieguen la voz.


jueves, 19 de marzo de 2009

B (de una serie sin titular)

Si no logra escapar de ésta jamás lo logrará.

La San Sebastián empieza frente al portón de la Casa Blanca, por el parque detrás del Cuartel de Ballajá donde nos dimos un beso mientras tu novio observaba. ¿Por qué no paras de hablar y me compras una piragua? Miró a la distancia e identificó al vendedor con el carrito. Luego, su vista acarició el inmenso césped de El Morro que iniciaba a espaldas del piragüero y supo que mañana sería otro día para poder gritar que como único podía soportar esta vida era escapando.

Suramérica se ve susceptible esta tarde, la tierra de Borges y del Atlántico Sur encolerizado por las frías corrientes submarinas. De Ribeyro y las casas de cartón sobre el desierto costero. De Amado y la esclavitud de la piel.

Al dar un sorbo de la piragua de tamarindo entendió que las arenas, el cielo y el mar, es lo único que nos une y a la vez nos separa.

Un escape es, pues, un intento de descifrar las distancias, las nubes y estas páginas.

jueves, 12 de marzo de 2009

Entrando por el libro

A la clase de Corporaciones que no pude llegar a tiempo hoy.

-¿No te parece que el libro de la clase huele a chicharrón?

-¿Estás loco?...a ti te debe oler a eso, ¿tú acaso no eres de Bayamón?

-Ahh, Bayamón, la ciudad del futuro, donde George Clooney viene a filmar en nuestras calles...

-...porque se parece a downtown Bagdad...ja, ja, ja.

-Nah, en realidad nací en Santurce, eso de Bayamón fue un accidente de la posmodernidad.  Pero interesante eso de Bayamón-Bagdad...

-Bueno, como quieras, la cosa es que no puedo creer que me estés haciendo un cuento de chicharrones metiendo al libro de Corporaciones...  ¿A qué te huele el Código Civil?

-No sé...pero te juro que a mí sí que me huele a chicharrón.  Claro, levemente, cuando lo abres y de repente pasas las páginas rápidamente y pegas la nariz:  un sinuoso aroma chicharronesco.

-Diablos, te hemos perdido, Ponce...¿qué te pasó por China, Argentina?

-Está bien que no me creas, estoy de acuerdo que es la manera más sencilla de obviar la realidad, pero yo tú le doy un rico pase a esas páginas de Díaz Olivo y verás lo que te digo.

Las doce brillaban en todo su apogeo en un día tan claro como el agua de la piscina del complejo deportivo.  Ponce se escabulló nuevamente entre la gente sin decirte realmente a dónde iba.  No te importaba:  tenías hambre y empezaste a hacer la fila en Boca a Boca.  El olor del calor de la plancha te molestaba, que si bocadillos, tostadas de queso y wraps con pechuga seca y desabrida.  Entonces, indentificaste el libro azul en tu lindo maletín de cuero --un azul más oscuro que el del cielo-- y asumiendo que la chica de atrás seguía entretenida hablando con su otra amiga de uno de tus profesores más tiranos, metiste la mano en el libro, pasaste tus dedos entre las páginas de Díaz Olivo y como quien se tapa la boca al bostezar, sentiste entre tus yemas ese olor veraniego de bolsitas de chicharrón abiertas en pleno sol frente al mar.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Mi dolor de cabeza es como un temblor

que se siente en el segundo piso de la biblioteca y se ve y se escucha en los anaqueles balancéandose sobre la siempre-húmeda alfrombra. Los estudiantes --tan derechitos-- se paran de sus asientos y mirando al cielo --bueno, a los plafones invadidos por el hongo y polvo-- se cuestionan si en esos eternos segundos seguirán con vida, porque al parecer, en este preciso momento en que la aguja de una neurona me hinca el cerebro (así es como visualizo mi dolor), nuestra existencia pende de un libro de ese anaquel que se mueve de lado a lado, de lado a lado, porque si ese libro se cae y empieza a tumbar todos los demás en los miles de anaqueles de esta biblioteca, los plafones se nos vendrán encima y con ellos todo el polvo, las piedras y la arena de esa trinchera submarina que decidió moverse por culpa de otro dolor de cabeza.

lunes, 9 de marzo de 2009

La “muerte” del “super boyscout”: breve reflexión sobre Watchmen


Por: Jefté Lacourt (también pueden leer algo suyo aquí)

Más allá del excelente empleo del medio, el cómic de Watchmen (Allan Moore & Dave Gibbons, 1986) fue ampliamente acogido por los lectores de paquines por ser una de los primeros en trabajar otra perspectiva dentro del género de los superhéroes. Esta perspectiva, la cual dialoga a su modo con The Dark Knight Returns de Frank Miller, tomó la figura del superhéroe como un “super boyscout” (según el mismo Allan Moore) y la repensó desde una perspectiva posmoderna. Luego de Watchmen, resultó casi imposible trabajar un héroe incorruptible, moralmente perfecto y alucinantemente hermoso con superpoderes.

Quien primero inició una discusión seria e intelectual sobre la figura de Superman como representativo del mito del superhéroe desde el 1938, fecha en la que nació la tira cómica del superextraterrestre, fue Umberto Eco en su libro Apocalittici e integrati (Apocalípticos e integrados) para el 1965.

Eco trajo a discusión aquellos aspectos típicos de dicho superhéroe para demostrar cómo esta tirilla respondía a una cultura de masas. Tanto la época en la que se publicó (los 1930), el medio en que se publicó (periódico), y el público principal que lo consume (niños), iban a mantener a este héroe dentro de unos límites de naturaleza moral y mercantil. Ciertamente, Superman fue utilizado para subir la moral norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial y el cómic como tal contenía una serie de aspectos que iban a buscar la simpatía y consumo de un público amplio en y fuera de Estados Unidos.

Por otro lado, Allan Moore se fue por la vía opuesta. Bajo el sello de la famosa compañía DC Comics, que irónicamente fue la que le dio vida a Superman, Moore y Gibbons publicaron una serie de 12 cómics en 1985 que trasgredió desde la forma en que colocó el título en la portada[1] hasta la psicología interna de cada uno de sus personajes.

La serie se desarrolla en el 1985, año en el que Estados Unidos se encuentra al borde de una guerra nuclear con la Unión Soviética. Luego de una época de oro, un grupo de vigilantes (hombres y mujeres enmascarados sin superpoderes) se les ha prohibido por ley brindar orden y justicia a su manera[2]. La historia comienza con el misterioso asesinato de El Comediante: uno de los únicos dos vigilantes cuya prohibición no les afectó a cambio de mantenerse activo trabajando para el gobierno. El segundo vigilante que no sufrió la prohibición fue Dr. Manhattan, el primer y único superhéroe en el mundo, quien curiosamente, es producto de un accidente de experimentos nucleares del gobierno norteamericano. Rorschach, ignorando las leyes de la prohibición, investiga la muerte de El Comediante e inspira el resurgir del movimiento vigilante, desencadenando una serie de eventos que desembocarán en la resolución del misterio y de la posible guerra. La historia está llena de simbolismos, temas sobre las relaciones de poder y la psicología. También demuestra un excelente e innovador manejo del medio del cómic, combinando un guión intelectual con unos recursos visuales únicos para el formato en que fue concebido.

Tomando en cuenta lo que discute Umberto Eco en 1965, discutamos pues los cambios que Watchmen trajo al mundo de los superhéroes en comparación con el superhéroe tipo “Superman” que fue y ha sido común por tanto tiempo.

Salvar la nación v. Salvar el mundo

Superman tiene el poder de un dios, poderes capaces de dominar un territorio a escala galáctica, pero se limita a salvar a Estados Unidos como si fuese su lugar natal (Smallville, U.S.A. versus Kripton) o el mundo como una provincia. Gran parte de la Tierra, al fin y al cabo, es defendida por él, pero el mundo le pertenece a aquellos que ya lo dominan. Y cuando Superman defiende al mundo, no hablamos de una protección general, sino de una defensa a favor de la propiedad privada. (Eco, 2003, p.253) Superman no defiende humanos, sino ciudadanos norteamericanos, y nunca se olvida que quien tiene la última palabra no es la gente, sino el dueño de esa gente: el gobierno.

En Watchmen, por su parte, hay de todo. Vemos a gente común con talentos increíbles que se visten y luchan contra el mal dentro de sus respectivos distritos o zonas. Al carecer de superpoderes, éstos encapuchados defenderán a la gente común de los males inmediatos que les aquejen. Ya organizados como un equipo (primero los Minutemen, luego los Watchmen) no sólo lograrán abarcar las catástrofes (fuegos, derrumbes, revueltas, etc.) y mantenerse controlando el crimen, sino que también intentarán involucrarse en una crisis que puede traer efectos a nivel mundial: la guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Pero el gobierno estadounidense, presidido en el universo Watchmen por el reelegido Richard Nixon, en cierta manera reclama lo que es suyo (la gente) y prohíbe los vigilantes. Entonces notamos que la razón principal de los vigilantes para impartir el orden no nace de un vínculo con la política o el gobierno del país, sino con los ciudadanos. Los únicos que no sufrirán la prohibición, como ya se ha mencionado, y que contaron con el auspicio del gobierno por haber colaborado con él son El Comediante y Dr. Manhattan. Es interesante que el Dr. Manhattan, un superhéroe tan perfecto que ya no conoce la razón por la cual debe salvar a una raza tan mundana y frívola como los humanos, se haya mantenido sirviéndole a la nación americana, aún cuando lo único que lo obliga a estar en el planeta Tierra es una mujer.

El bien y el mal versus los tonos grises de la naturaleza humana

El bien en la serie de Superman no es sólo invencible sino que está presentado de manera clara: el bien es el status quo. A Superman no le interesa si Mao crea un desastre humanitario en China o si los negros y homosexuales sufren discrimen en la sociedad. Esos son temas que a él no le interesan originalmente, puesto que existe un mayor mal: el mal obvio e hiperbólico.

Los malos de la serie son seres tan carnavalescos en comportamiento y vestimenta como los mismos superamigos (Batman y Robin, Green Arrow, Flash, etc). Aún así, esto no evita que la Liga de la Justicia se meta en la Rusia soviética para llevar la democracia o vaya y le rompa la cara a Hitler[3].

La misión de los malos en Superman en sencilla y clara: conquistar al mundo, robarle a instituciones privadas como bancos y joyerías, o sencillamente hurtarle a una señora mayor su cartera. En cambio, la misión de los buenos en Watchmen es traer el bien al mundo entero, por medio del control y destrucción de ciertos elementos que no revelaré para que vayan y lean la novela.

En Watchmen no sólo vemos que el bien no siempre gana, sino que los malos pueden ser buenos si miramos el “bigger picture”. Los buenos pueden ser una amenaza catastrófica para el mundo, y los debiluchos que no saben cómo protegerse a sí mismo (el pueblo) pueden resultar ser una masa amorfa y letal capaz de llevar al mundo a una peor destrucción de lo que la llevaría Darkseid, Galactus o el calentamiento global.

Además, el bien y el mal es aún más difícil de ver cuando se consideran las complejas dimensiones de las psiquis de los vigilantes protagonistas de la serie. Sabemos que estos héroes encapuchados salen de noche y traen el bien a los habitantes de la ciudad, pero de seguro no queremos saber por qué lo están haciendo. Superman salva la nación porque inicialmente eso fue lo que le pidió su científico padre antes de la destrucción de su planeta natal y porque en su casa en Smallville le enseñaron a ser trabajador, humilde y bondadoso. Pero en Watchmen vemos fetiches, desórdenes sexuales, psicosis y traumas de la infancia como motivadores inconscientes para salir a combatir el crimen, convirtiendo a nuestros héroes en sociópatas y, peor aún, enemigos del Estado. ¿Se les podría perdonar todo esto por haber brindado un bien mayor a la sociedad?

La ciudad, por otro lado, es en sí un personaje malévolo. En ella se esconde los peores aspectos del ser humano y de una sociedad. Más que salvarla del crimen y el pecado, es como una incubadora de mugre espiritual, decadencia moral y libertinaje; un organismo asqueroso porque está perdido, corrompido, tomado, y lo que resta es protegerlo de una mayor decadencia.

A manera de conclusión

Allan Moore es claro en su comentario sobre el modelo Superman. Así lo hace ver en el fragmento que incluye de una autobiografía de uno de los vigilantes de la vieja escuela: el primer Night Owl. Hollis Mason, el hombre detrás del disfraz, se hace vigilante porque de buenas a primeras lo inspiró el primer cómic de Superman. Para él combatir el crimen era una necesidad, un impulso personal y un acto divertido. Esta visión contrasta con la nueva generación de vigilantes, protagonistas de la trama, que descuartizan toda noción simplona, categórica y mítica sobre el humano con relación al bien y el mal. Y la muerte de El Comediante, y la mancha de sangre en la cara feliz, es símbolo de la muerte del concepto antiguo del superhéroe.

Con el pasado análisis no se pretende menospreciar el género de superhéroes al estilo Superman ni sus parientes más evolucionados[4]. Pero no se puede olvidar que trabajos como Watchmen hicieron la diferencia en el tratamiento de los héroes, respondiendo a una actitud posmoderna de frustración ante el fracaso de los héroes reales (presidentes, gobernantes, líderes religiosos). Un excelente ejemplo de esta mirada es el mensaje que Allan Moore nos lleva con colocar a Nixon como el actual presidente en un Estados Unidos en los 1985, como si la corrupción hubiese triunfado en el caso de Watergate. Pero al final todo se concentra en la tan citada frase: Quis custodiet ipsos custodes (¿Quién vigila a los vigilantes?).


Notas:

[1] Contrario a lo que comúnmente se hacía, puso el título de forma vertical en el lado izquierdo del paquín.

[2] Keene Act de 1977: sólo los vigilantes auspiciados por el gobierno estadounidense pueden mantenerse activos. En la novela, fueron sólo dos: El Comediante y Dr. Manhattan.

[3] Esto ocurrió específicamente en el cómic del Capitán America en 1940, pero Superman peleó con la potencia Nazi y hasta intentó unirse al ejército estadounidense; irónicamente, no pudo entrar porque sin querer no pasó su examen de la vista: con su visión láser leyó la pancarta de letras del salón de atrás. (Pilcher & Brooks, 2005, p.24).

[4] Como lo veremos con Spider-Man (Marvel Comics) en los 1960, donde se trabaja por primera vez el superhéroe que no sólo lucha contra el mal de los villanos, sino contra el mal de los amoríos, la universidad y el trabajo.

jueves, 5 de marzo de 2009

La Debacle de la Anexión

Por Dr. Rafael Cox Alomar
Abogado 

3 de marzo de 2009 

Muy cerca de nosotros, a sólo 425 millas al sureste de Puerto Rico, arden hoy en llamas las vecinas islas de Martinica y Guadalupe; consumiéndose en una hoguera de caos.

Y el detonante de este estruendoso estallido de violencia es un modelo político-constitucional que lejos de posibilitar el despegue económico de estas islas hermanas, ha propiciado la perpetuación de una economía de dependencia y de mantengo incapaz de generar suficiente riqueza y sin posibilidad alguna de canalizar esos recursos de forma justa y equitativa.

El caos que hoy se vive en las calles de Fort-de-France y de Pointre-à-Pitre constituye la punta de lanza de una crisis mucho más profunda y aún más dramática. Es la reacción visceral de un pueblo que despierta a la cruda y amarga realidad de que tomó el camino equivocado; que en lugar de crear una relación política con París que se ajustara a sus realidades geográficas, demográficas, sociales, económicas y culturales, se abocó ciegamente por el camino de la anexión sin aquilatar las consecuencias.

Los martiniqueños y guadalupanos son hoy minoría en su propia tierra; víctimas de su indefensión política. Importante lección para los puertorriqueños. Desde finales del pasado mes de enero, las noticias que llegan de Martinica y Guadalupe son alarmantes: huelga general en ambas islas, motines, cierre de los puertos y aeropuertos, suspensión de todo intercambio comercial (al momento en ambas islas ya se han cancelado sobre 10,000 reservaciones turísticas), cierre de escuelas y universidades, enfrentamientos entre manifestantes y agentes del orden público, saqueos, quema de vehículos y de propiedad tanto pública como privada, rutas de tránsito obstaculizadas por barricadas, marchas de protesta multitudinarias de hasta más de 65,000 personas (cifra realmente impresionante si tomamos en cuenta que estas islas no cuentan con más de 450,000 habitantes cada una).

A tal grado ha llegado la crisis, que desde Francia han arribado a suelo caribeño contingentes de seguridad, activados por el propio Presidente Sarkozy, para intentar estabilizar la situación y el propio Yves Jégo (ministro de asuntos ultramarinos de Francia) se ha desplazado a Guadalupe para negociar con sus conciudadanos franceses en el Caribe una salida a la crisis. Muy poco y muy tarde.

Con un altísimo costo de la vida --- en donde los precios de gran parte de los artículos de primera necesidad son mucho más caros que en Francia (fluctuando entre 30% y 60% por encima de la media francesa); con una escala salarial considerablemente más baja que en la metrópolis; y con una tasa de desempleo que en ambos casos se acerca al 25% (comparada con 8% en Francia) --- el índice de desocupación más alto de la Unión Europea superado únicamente por la isla de Reunión --- la brecha que separa a Guadalupe y Martinica de las demás regiones francesas se hace cada día mayor y por consiguiente aún más insostenible.

La anexión de estas islas a Francia (como departamentos o estados en el modelo norteamericano), lejos de crear las condiciones para mayor autosuficiencia económica y capacidad de gobierno propio, lo que ha hecho es perpetuar el coloniaje y la dependencia. Ni el derecho al voto por el presidente francés ni la representación ante la Asamblea General y el Senado en París han emancipado a estas islas de sus graves males.

Todo lo contrario. Ha sido precisamente la ausencia de poderes a nivel local para ceñir una ruta de futuro a través de la cual transitar de la lógica de la dependencia a la lógica del desarrollo económico endógeno lo que ha detonado esta crisis.

Desde que en 1946 Martinica y Guadalupe, a diferencia de las antillas holandesas y británicas, prefirieron anexarse a su viejo amo colonial en lugar de articular un proyecto autonómico innovador, se ha disparado aún más la concentración de la riqueza y la tenencia de tierras en unas pocas manos metropolitanas (cual apartheid económico), a la vez que se ha hecho más evidente la ausencia de oportunidades para los nacidos en aquellas islas --- quienes hoy compiten por vivienda y empleo desigualmente con sus conciudadanos continentales.

No sorprende entonces que a más de sesenta años de la ratificación por parte de la Asamblea Constituyente francesa de la loi d'assimilation no existan partidos anexionistas con poder político ni en Martinica ni en Guadalupe. Hasta el propio Aimé Césaire, indiscutido arquitecto de la anexión, rechazó tajantemente su propia criatura para abrazarse al ideal autonomista. El clamor que se respira hoy en el Caribe francófono es por la consecución de mayores poderes políticos. Esa es la consigna.

Tanto las penurias de Martinica y Guadalupe, así como la quiebra hoy de 46 de los 50 estados de los Estados Unidos, demuestran que la estadidad no es la panacea económica que el liderato anexionista nos quiere hacer creer. Esa concepción ya casi mítica en el imaginario estadista de que la estadidad es para los pobres es pura ficción.

Más pobres y menos producción, ese sería su saldo final en Puerto Rico. En su obsesión por hacer de Puerto Rico el primer estado hispano ese liderato ha perdido de vista que no puede ser el status para el país sino el país para el status; que lo fundamental para Puerto Rico es zafarse de la camisa de fuerza que presupone la estadidad, allegándose mayores poderes políticos para poder afrontar los difíciles retos del presente con mayor soltura y flexibilidad. Delimitar las fronteras de ese nuevo proyecto autonómico constituye hoy la tarea impostergable de los puertorriqueños de esta parte del siglo 21.

La tribu errante