A la clase de Corporaciones que no pude llegar a tiempo hoy.
-¿Estás loco?...a ti te debe oler a eso, ¿tú acaso no eres de Bayamón?
-Ahh, Bayamón, la ciudad del futuro, donde George Clooney viene a filmar en nuestras calles...
-...porque se parece a downtown Bagdad...ja, ja, ja.
-Nah, en realidad nací en Santurce, eso de Bayamón fue un accidente de la posmodernidad. Pero interesante eso de Bayamón-Bagdad...
-Bueno, como quieras, la cosa es que no puedo creer que me estés haciendo un cuento de chicharrones metiendo al libro de Corporaciones... ¿A qué te huele el Código Civil?
-No sé...pero te juro que a mí sí que me huele a chicharrón. Claro, levemente, cuando lo abres y de repente pasas las páginas rápidamente y pegas la nariz: un sinuoso aroma chicharronesco.
-Diablos, te hemos perdido, Ponce...¿qué te pasó por China, Argentina?
-Está bien que no me creas, estoy de acuerdo que es la manera más sencilla de obviar la realidad, pero yo tú le doy un rico pase a esas páginas de Díaz Olivo y verás lo que te digo.
Las doce brillaban en todo su apogeo en un día tan claro como el agua de la piscina del complejo deportivo. Ponce se escabulló nuevamente entre la gente sin decirte realmente a dónde iba. No te importaba: tenías hambre y empezaste a hacer la fila en Boca a Boca. El olor del calor de la plancha te molestaba, que si bocadillos, tostadas de queso y wraps con pechuga seca y desabrida. Entonces, indentificaste el libro azul en tu lindo maletín de cuero --un azul más oscuro que el del cielo-- y asumiendo que la chica de atrás seguía entretenida hablando con su otra amiga de uno de tus profesores más tiranos, metiste la mano en el libro, pasaste tus dedos entre las páginas de Díaz Olivo y como quien se tapa la boca al bostezar, sentiste entre tus yemas ese olor veraniego de bolsitas de chicharrón abiertas en pleno sol frente al mar.
2 comentarios:
Bueno..no sé...dicen que hay mucho carne puerco y puerca en eso de las leyes...Chequea en otros libros que a lo mejor encuentras otros olores...olores de justicia..que charra...Saludos! Este blog me parece...Excelente!
Jum, interesante ese del olor de la justicia.
Yo huelo mucho libro pero no sé cual olor aplicarle a la justicia. El problema está --ahora lo he entendido claramente-- en que nunca he estado cerca de la justicia (me pregunto quiénes son los que pueden decir que, en efecto, han estado en la mismísima presencia de la señora justicia) para poder identificar su olor. No he paseado mi nariz por sus pliegues, sus piernas, su atribulado sexo. En todo caso aquí los tribunales estatales huelen a polvo, mientras los federales a imperio.
Te cuidas, Olga.
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