"Cadáver mmmm exquisito y andino"
30 de diciembre de 2008
(en el viaje de retorno hacia Cusco luego de visitar la ciudadela de Machu Picchu, en el vagón "Vista Dome" de PerúRail).
Meditar en Machu Picchu es sentir la insoportable levedad del ser.
Meditar en Machu Picchu es volar como el cóndor, abriendo mis alas rosas, volando encima de una llama voladora.
Las piedras y las ruinas magnifican nuestra inmediatez y nos recuerda que por más que viajemos no dejamos de ser mortales. ¿Y quién necesita dos piernas para subir al Huayna Picchu? ¿Quién le teme a sus angostos escalones? Subamos, llama mía, volemos hasta lo más alto. Hay alguien que se cree mortal por estar aquí.
Los que estuvieron antes que nosotros todavía nos tocan por sus sueños, obras y anhelos. No cualquiera puede volar como los Incas; es, pues, ingenuo pensar que solo con alas se puede volar.
(continúa aquí)
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