jueves, 19 de marzo de 2009

B (de una serie sin titular)

Si no logra escapar de ésta jamás lo logrará.

La San Sebastián empieza frente al portón de la Casa Blanca, por el parque detrás del Cuartel de Ballajá donde nos dimos un beso mientras tu novio observaba. ¿Por qué no paras de hablar y me compras una piragua? Miró a la distancia e identificó al vendedor con el carrito. Luego, su vista acarició el inmenso césped de El Morro que iniciaba a espaldas del piragüero y supo que mañana sería otro día para poder gritar que como único podía soportar esta vida era escapando.

Suramérica se ve susceptible esta tarde, la tierra de Borges y del Atlántico Sur encolerizado por las frías corrientes submarinas. De Ribeyro y las casas de cartón sobre el desierto costero. De Amado y la esclavitud de la piel.

Al dar un sorbo de la piragua de tamarindo entendió que las arenas, el cielo y el mar, es lo único que nos une y a la vez nos separa.

Un escape es, pues, un intento de descifrar las distancias, las nubes y estas páginas.

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La tribu errante