domingo, 10 de junio de 2007

La Ardillada Chez Krause y un cuento en END

Al norte de Washington, D.C., hay un pueblito rural de Maryland que se llama Buckeystown. Es el lugar donde la casa de los padres de mi buen amigo y cómplice de viajes y degustaciones culinarias, Keith Krause, está localizada. La misma se ubica frente a una granja de reses Angus y cerca de las vías del tren estatal. Washington está asándose en el calor de un verano que todavía no ha comenzado y aquí, con sol y todo, tenemos una fría brisita que nos ayuda a tomar mejor el café del brunch.

Buckeystown ha sido el escenario de legendarias excursiones en nuestros años de Georgetown y de comilonas memorables. El famoso Oktoberfest de los Krause (este año cumple 27 años de tradición alemana ininterrumpida) es quizás uno de los eventos que más marcó mi experiencia en el área de Washington por el hecho de que estaba compartiendo de algo genuinamente local y marginal del área. Es maravilloso encontrar y participar en los estados norteamericanos de este encuentro de culturas y tradiciones tan distintas a la estadounidense, es como entrar a una dimensón desconocida, apartada de la formalidad de Washington.

Hace dos años, Papá Krause (como insiste que le llamemos todos los que frecuentamos su casa), me comentaba que estaba loco por matar las ardillas que se devoraban las hortalizas de su huerta. Yo le pregunté si luego de cazadas, la gente se las comía. De pasadita me comentó que sí y yo, sorprendido, le dije que me gustaría probarlas en alguna ocasión. Papá Krause felizmente accedió a que tan pronto las cazara me invitaría a probarlas. Luego de una larga espera (no es tan fácil cazar estos animalitos y buscar el momento idóneo para que me pudiera escapar de Puerto Rico) la ocasión se dio ayer. Si bien es cierto que regresé a D.C. para ver a mis amistades de universidad y rememorar mis años en la ciudad, también regresé a Buckeystown para honrar una invitación y cumplir con mi palabra de que sí, comería ardilla.

Finalmente, a las doce de la medianoche nos sentamos a la mesa a comer. Papá Krause, el chef y gourmet de la casa, será de ascendencia alemana, pero su hispanofilia y sus largas temporadas en España (es maestro de español y lo habla con un acento castizo) lo han hecho un gringo españolizado y un alemán raro, ya que la puntualidad es una palabra desconocida en el léxico familar.

La cena de ardilla fue un manjar. La carne es similar a la del conejo aunque más oscura y de un sabor levemente más intenso (debido a su alimentación silvestre). Un plato fue al estilo de Brunswick, inspirada en una receta de los Seminole de la Florida (una salsa de papas, batatas, manzana, setas, todo acompañado con un puré de batatas y chirivía [parsnip]). El otro plato fue al estilo alemán en una interpretación libre del Sauerbratten que también se utiliza para el conejo. Los trozos de ardilla son marinados en una variedad de especias y brandy, se rebozan levemente y se cocinan en una salsa a base de crema, vermouth, gengibre, pimentón de la Vera, frutas secas y cerezas frescas. Si bien al principio me sentí un poco intimidado por el animal silvestre que tenía al frente, luego de probar las suculentas patas (son la mejor parte) pude verdaderamente apreciarlas, junto al Tempranillo y Merlot que abrimos.

Acabamos de comer a eso de las dos de la madrugada. La brisa se había puesto más helada y el sueño nos invadía sin misericordia. Nuestras miradas eran largas y nuestra conversación se había desviado de las raíces árabes del castellano a una madeja sin sentido que acabamos sobre café descafeinado y una enorme tajada de Key Lime Pie que me selló en un profundo sueño del cual, me parece, todavía no me he librado.

Para los que quieran seguir leyendo, pueden leer el cuento que me publicaron hoy en El Nuevo Día. Véanlo en la siguiente dirección:

http://www.endi.com/noticia/la_revista/vida_y_estilo/espero_que_duermas_bien/228312

13 comentarios:

Elidio La Torre Lagares dijo...

Felicitaciones, Luis. Tremendo!

Unknown dijo...

Gracias a ti, Elidio, por retarme a escribir mejor.

Saludos desde La tribu...de los Palabristas, jaja.

Ana María Fuster Lavin dijo...

Extraordinario. Muy buen dominio de la narrativa, tanto que hasta me dio hambre, no creo que vaya a desayunar ardilla con café.
Un abrazo, seguiré leyéndote

Unknown dijo...

Ana María:

Gusto verte por aquí y saber que mis palabras hayan despertado el apetito en ti... Qué bueno que seguirás devorando esta tribu.

Gracias y hasta la próxima!

Anónimo dijo...

Tengo hambre. :) Comí venado en España una vez. Me invadió el sentimiento de tristeza al pensar que degustaría un pariente de Bambi, pero cuando una está de invitada hay que ser agradecida.
En otra ocasión luego de una parranda y mucha bebida comí hormigas. Sabían a maní tostado.

Ahora me diste curiosidad. Para mi la cocina es un extreme sport. :)

Anahí dijo...

Ardilla marinada en brandy...
Interesante.
Afortunadamente para ti, los gatos no se meten con la hortalizas de papá Krause.

no apta para la humanidad dijo...

uuuufff...coincido con todo el mundo: leer esto me dio hambre!!
No hay nada mejor que buena comida, buen vino y buena compañía. Nunca he probado ardilla, pero no estaría adversa, es maravilloso probar cosas nuevas.
¡Muchas felicidades por la publicación del cuento! Traté de abrir el link pero no me funcionó. Tengo el periódico por ahí, así que lo leo luego.
Quería agradecerte por el artículo sobre Rayuela. Me encantó. Admiro tanto esa novela, aunque siento que es un abismo que me absorbe. Cortázar, narrador maldito. Ayer le comenté a Iva que quisiera de alguna manera hablarle y hacerle tantas preguntas...sobre la Maga, sobre Rocamadour, sobre Horacio, sobre él, sobre el capítulo 28 (que todavía no le perdono), quisiera preguntarle taaaantas cosas sobre su literatura y sobre su vida, porque hay coincidencias medio freaky.
Perdona la extensión de este comentario, pero leer ese artículo me revolcó muchas cosas.
Gracias y nuevamente felicidades por lo del nuevo día.

J O E L dijo...

la envidia es un buen sentimiento?
yo creo que a veces sí!
súperfelicidades tres veces, por los recuerdos, por el ardilla dinner y por el cuento claro

Juan Félix dijo...

Mi querido capitán, en hora buena. La publicación de su cuento en END es en evento memorable. Le deseo muchos como este. Talento sobra. Además, el cuento es hasta bueno. A su regreso lo celebraremos con Juanito el caminante, espero. Lo prefiero a las ardillas fritas.

Oquendo dijo...

Creciendo en Adjuntas, supe de unos vecinos que comían lo que por allá llaman ardilla, la mangosta de la India, espécimen importado para acabar con las ratas en los cañaverales y que no se acabarán nunca. Que no es lo mismo. La ardilla norteamericana es inofensiva, a menos que le preguntes a mi mamá quien descubrió una refugiada en su horno y que, de ella hablar inglés, hubiera llamado al nueve once en lugar de gritar a la vecina por auxilio. No me imagino comerlas como me como tus escritos, aunque, a lo mejor el vino, puede hacer cambiar de opinión. Enhorabuena!

Unknown dijo...

A ver aqui rapidito para contestarles (me perdonaran los acentos, no se como ponerlos en esta compu rara)

madam:

Donde comiste las hormigas? En Mexico? No probaste los chapulines? Jaja, la cocina como "extreme sport", me encanto. Habra que reunirnos en un "cook-off"...a ver, animense, celebridades bloguerianas.

anahi:

Bueno, no seria la primera vez que me meterian gato por liebre. Mi padre una vez llego a comer gato... pensaria que sabria mas a conejo, pero -sorpresa, sorpresa!- le supo a pollo.

Unknown dijo...

no-apta:

A mi me sorprendio muchisimo que a la gente le causara hambre todo este rollo de la ardilla y las salsas... bueno, en verdad me halaga muchisimo. Jum, tiene una relacion bien traumatica con Rayuela...interesante... Ah, y me alegra saber que el articulo haya sido de tu agrado. Muchas gracias por los buenos deseos. Exito!

joel:

Tu, envidia? Pero de que? Si aqui el envidiado eres tu. Ya pronto quiero ver un cuento tuyo en Palabra Presente.

Muchas gracias!

Camarada y excelso lider juan felix algarin:

De acuerdo, comandante en jefe, Hay que celebrarlo con el camarada Juanito Caminador y toda la plana mayor...que, otra vez en El Boricua? Pues si!

Gracias por tus palabras.

oquendo:

Buen provecho! Y, btw, esa anecdota de la ardilla y tu mama debes tomarla y hacerla un cuento, un episodio...me parecio bien llamativa.

Anónimo dijo...

Aquí en Puerto Rico comí hormigas. Le arranqué las patitas porque esas me daban asco. Jejeje. No sé por qué. Si me traen chapulines y tequila voy a mi. :)

La tribu errante