[Nota: Segunda parte de Los temas de siempre. Pinche aquí para la primera parte.]
Si desde ya algún tiempo me había deshecho de casi todos los cuestionamientos existencialistas, en estos días me he puesto nuevamente el uniforme de trovador, de romántico y hasta de chef. He vuelto a mirar la vida de muchas otras maneras. Escribo más poesía que hace un mes pero no tanto como hacía algunos años. Creo que esto es bueno: estoy aprendiendo a ser comedido con la palabra y con las emociones, a no desvirtuar las cosas reales con la fantasía que uno se pueda inventar. ¿Y el resultado? Pues que tengo unos versos más limpios y claros y que, en general, siento que todo en este último mes ha fluido con una naturalidad alentadora y sosegada. Que cuando pienso en estos momentos que vivo, pienso en carcajadas, en intentos -exitosos- de satisfacer el paladar de una comensal importante y en una palabra que antes no solía utilizar con tanta regularidad: felicidad. Digo, si esto que siento no es felicidad, pues tiene que ser algo muy pero que muy bueno.
El uniforme de trovador y romántico significa, además de describir y referirme a buenas sensaciones, que he estado fijándome en detalles, en gestos y palabras claves, y pensando por adelantado (que necesariamente no quiere decir pensando en el futuro). Lo de uniforme de chef responde a que he vuelto a cocinar luego de ya casi diez meses que no lo hacía con la intensidad que me caracterizaba cuando vivía en Washington, DC y en Boston. No había vuelto a hacer mis amuse-bouche, mis vinagretas francesas, marinadas, y todo el mini-espectáculo que conlleva confeccionar una cena desde cero, from scratch, y frente a unos ojos inquisidores.
Estos uniformes que menciono arriba son, después de todo, un gran intento por hacer la diferencia, por darse al otro, por atreverse a hacer las cosas bien hechas; por tomar cerveza belga y alemana porque la vida es muy corta para siempre tomar cerveza mediocre.
2 comentarios:
¡no puedo creer que se me había pasado esta entrada! sabes, no hay nada mejor que cuando uno vuelve a tomar la vida por las riendas, es lo que nos hace sentir vivos.
además, estoy totalmente de acuerdo contigo...¡la vida es muy corta para tomar cerveza mediocre! prost!
iva:
Como siempre, tus comentarios son más que bienvenidos... Me siento muy bien con todo lo que está pasando en estos momentos y por eso, ahora más que nunca hace falta cerveza de la buena.
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