miércoles, 5 de noviembre de 2008

Desde su estatus de Nomádica, La tribu comenta sobre la política puertorriqueña

Ayer no voté en las elecciones de Puerto Rico.  Cierto, no he estado en el país desde mediados de julio pero mi extensa ausencia demuestra que sí pude haber hecho los trámites para votar ausente.  Pero no lo hice porque quería mantenerme alejado de todo el torbellino político, quería estar en paz en Buenos Aires disfrutando la dicha de perderme otro evento eleccionario en mi país.




Si participaba hubiese votado por el PIP porque mi conciencia así siempre me lo ha dictado.  Pero en términos prácticos y para ayudar a propiciar un cambio genuino hubiese votado por Rogelio y su PPR.  Siempre he sido y seré independentista, pero me alegro que ayer el PPR haya sacado más votos que el PIP. El idealismo cerrado de la cúpula de ese partido se tornó ayer más evidente que nunca.  Rubén y Fernando ya dieron lo que tenían que dar en el 2000 con lo de Vieques.  Ver a un Rubén nuevamente frente al micrófono es ver a un abuelo resondrando a los nietos sobre lo malo que es el Wii y el iPod porque nada es mejor que el radio.  Así lo vi yo ayer.  Edwin y el nuevo liderato que se ha formado bajo la tutela de Rubén tiene que romper con él para salvar el PIP.  El problema no es el partido, son las ideas mohosas y el virus de inacción y conformismo de Rubén y Fernando.  La base del partido tiene que elegir a un nuevo presidente.  La inscripción del PPR y este quinto fiasco del PIP es más que una lección, es la alarma para genuinamente traer un cambio radical en el partido y en el independentismo para romper con el pasado y con el elitismo y crear un nuevo manifiesto independentista para el S. XXI.  El MINH debe igualmente repensar su apoyo a candidatos populares y dejar de vivir en la Guerra Fría:  Cuba, y menos Venezuela, no son amistades útiles para adelantar la independencia.  No sugiero romper con los lazos que se han forjado históricamente, pero sacarlos del carrito de enfrente, buscar otros amigos, como la mayoría de los puertorriqueños.  La independencia significa no depender de Estados Unidos, por lo tanto tampoco podemos depender de los cubanos y venezolanos para llevar a cabo nuestra lucha.


En cuanto a Aníbal Acevedo Vilá y su primera -y bien merecida- derrota electoral hay una gran moraleja:  el ELA y ELA mejorado han llegado a su fin.  Lo que hace falta es un giro total del PPD hacia la soberanía de Puerto Rico.  No soy de los que le achacan la derrota de AAV al encontronazo que tuvo con los federales y a su discurso en el Coliseo de Puerto Rico, más bien, la gente votó por Fortuño por la aparente ineficacia del ejecutivo popular durante este pasado cuatrenio.  Muchos habrán votado por Fortuño por el miedo provocado por la mera mención de AAV de la palabra soberanía, pero esos no son la mayoría.  Al final convenció más el mensaje de cambio de Fortuño (por más vacío que sea y será).  AAV vio lo nefasto que puede ser el aparato federal en la Isla y como figura máxima del PPD debe, junto a Willie y demás soberanistas populares, revisar dónde está su conciencia y dónde radica el verdadero cambio.  Fortuño es más de lo que estamos acostumbrados:  otro gobernador de la colonia que por su historial y falta de agallas para resolver con creatividad y sin miedo los problemas que nos estrangulan (el tráfico de drogas, la pobreza, el desastre ecológico, los derechos civiles y el colonialismo), recurrirá a las mismas recetas de siempre fomentadas por el gobierno federal en colaboración con su ya legendario servilismo hacia los grandes intereses económicos.  Será otro impotente más como casi todos los anteriores, inclusive, como el mismísimo AAV.  Este ciclo de cambios de partidos en el poder se seguirá repitiendo hasta que varios sectores (quizás el PPR, un PIP recreado, unos populares soberanistas o un movimiento social de vanguardia) vea críticamente el estado de Puerto Rico y su relación con Estados Unidos y el mundo y se mueva a crear un proyecto nacional puertorriqueño.  Eso ni la ola positiva de Obama en EE.UU. ni el falso cambio que traerá Fortuño (¡es el mismo estribillo de Rosselló, por Dios!) lo podrán provocar. Obama, después de todo, es el jefe de Fortuño y a Obama no sólo no lo elegimos nosotros, sino que como todo presidente estadounidense, su principal interés será su nación:  los Estados Unidos de Norteamérica. 

1 comentario:

dark_Coqui dijo...

tienes mucha razon en todo lo que dices como lo han hecho muchos otros blogueros al igual que tu, ojala y se conviertan en realidad para las proximas elecciones

La tribu errante