martes, 23 de enero de 2007

La guagua del cambio y otros desmadres

Ya hay gente que cree en Fortuño. Si a esas mismas personas le preguntas en quién creía hace siete, ocho años te responderán inequívocamente Rosselló. Ajá, tenían hasta un estribillo y todo: "Yo creo en Rosselló".

Los de Fortuño hablan de cambios. Muy en específico que este pueblo lo que quiere es un cambio y que va a ser este pueblo el que va a decidir. ¿Acaso la gente no se da cuenta de estos clichés refritos? Pero por lo menos Fortuño no es un mesías ni nada parecido. Lo que sí es: un individuo capaz y sumamente inteligente que teniendo buen conocimiento de ambas lenguas, la española y la inglesa, en sus conversaciones hace todo lo posible por intercalar ambos idiomas, como si esto fuese una excelsa finura, un alarde de su maravilloso ideario alquilado de Luis Ferré de que la multiculturalidad de los Estados Unidos de Norteamérica es sinónimo a multinacionalidad o, para citar textualmente, "una nación de naciones." Y por eso está bien alternar los idiomas: se puede hacer de todo al mismo tiempo aunque se haga a medias y nadie te comprenda.

Fortuño, será el "all-American-boy", renegará la nacionalidad boricua y creerá en unos Estados Unidos que no existen, pero hay que ser francos y la verdad es que él se llevaría a Aníbal Acevedo Vilá enrredao. O por lo menos en eso quiero fantasear. Porque, Fortuño, así americanito como es, le va y le exige al Congreso, le habla claro. Aníbal, todo un ocho cuando habla con los congresistas. Es el que le dice "I'm sorry", y le pide permiso para organizar una constituyente, "please, please". Entonces en Fortaleza, es el más machote. El Macharrán Aníbal, Campeador de los intereses puertorriqueños. Como dijera Fortuño: "Yeah, right!". Si hasta le lloró a la Marina para que no saliera de Roosevelt Roads.

Pero claro, yo en mi vida votaría por Fortuño, ni por Aníbal ni cualquier otro popular, al menos que sea Willie Miranda Marín. Entonces podemos hablar. Pero primero, creo yo, los populares tienen que hacer lo suyo y librarse del incompetente y maquiavélico Acevedo Vilá. Es más, rasgarse los ropajes coloniales y cualquier otro tipo de artimaña (lo más gracioso y triste fue el último invento de Aníbal, "soberanía popular) y enfrentar de cara el reto de construir un Puerto Rico verdaderamente soberano e integrado a la comunidad global. Nosotros, los esperaremos con los brazos abiertos.

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La tribu errante