Jesús María es el distrito de la clase media y me encanta. Pasearme por sus cuadras, sobre todo las cercanas al mercado, donde cualquier hueco es un café, una fuente de soda, una sanguchería, un estante donde te dan masajes o te renuevan el calzado y la billetera. Una vez finalizada la jornada, la muchedumbre de escritorio salen y se adentran por las galerías, por el centro del distrito y éste se enciende con la luz de unas escasas horas de compras, que es la deliciosa recompensa por trabajar tanto y ganar tan poco. Un manicure, un café con su alfajor, una gaseosa, mientras en la televisión el país vuelve a hacer lo que era antes de ayer.
El gran referente de este distrito es el residencial San Felipe y su hermosa arquitectura moderna de los 1960. No es un Pueblo Libre histórico, ni un Barranco melancólico ni un Lince salsero: es un intermedio en el baile de las letras de la sociedad peruana y no me refiero a la FIL.
Voy en bus y a pie a encontrar mi cebiche favorito en el mercado, mi ramen peruanizado o los tacos de pollo y frijoles (que de mexicanos no tienen nada, pero igual son ricos a las seis de la tarde). Aquí pasa mucho pero sus calles aún se mantienen intactas y casi siempre silenciosas.
1 comentario:
¿Probaste el Ramen del peruano-japonés?
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