Bayamón, Puerto Rico
Por acá la lluvia no deja de caer. Son días lúgubres, de una suave pero constante melancolía (así me pone la lluvia, sobre todo cuando es verano y el cielo permanece arropado en una tersa neblina, no como la de Lima, sino más bien de una tormenta perenne que se cierne sobre nosotros todos) y las noches, pues para qué contarte, frías y húmedas, pero con una luna caribeña (ésta jamás la verás allá) que, velada por las gruesas nubes, se ve maravillosa, a la expectativa e invitando a la intensidad. Todo un espectáculo.
Arequipa, Perú
"Mi lluvia viene tras un largo nublado. Antes solían decir mañana calurosa o sudorosa y tarde lluviosa, pero ya que los tiempos vienen cambiando no se cumple tanto la regla y en verano, que es cuando llueve acá en mayor porcentaje (porque a veces se loquea y, últimamente, muy de vez en cuando cae cuando quiere), suele ser todo el día caluroso y uno que otro todo nublado. En fin, se nubla, hace friíto (pero no tanto) y un viento típico comienza a correr y comienza a caer: el olor a tierra mojada lo inunda todo, y ya no sólo huele a tierra sino también a madera mojada; lo relaciono conmigo mirando la lluvia sentada, echada en la cama con la puerta del balcón abierta y cantando a más no poder, o parada sacando la cabeza por la ventana. Olor a madera por el marco de la puerta. La lluvia me huele a nostalgia, a sueños, a amor, a recuerdos. También la relaciono a ramas de árboles, de eucalipto sobre todo, muy muy altas que se juntan y se enredan, se funden pero aún así dejan pasar la lluvia; y la siento sobre mí, y el olor ya no es sólo de tierra mojada, esta vez es eucalipto, es hierba y polvo".
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