viernes, 25 de junio de 2010

Lluvias

Bayamón, Puerto Rico

Por acá la lluvia no deja de caer. Son días lúgubres, de una suave pero constante melancolía (así me pone la lluvia, sobre todo cuando es verano y el cielo permanece arropado en una tersa neblina, no como la de Lima, sino más bien de una tormenta perenne que se cierne sobre nosotros todos) y las noches, pues para qué contarte, frías y húmedas, pero con una luna caribeña (ésta jamás la verás allá) que, velada por las gruesas nubes, se ve maravillosa, a la expectativa e invitando a la intensidad. Todo un espectáculo.

Arequipa, Perú

"Mi lluvia viene tras un largo nublado. Antes solían decir mañana calurosa o sudorosa y tarde lluviosa, pero ya que los tiempos vienen cambiando no se cumple tanto la regla y en verano, que es cuando llueve acá en mayor porcentaje (porque a veces se loquea y, últimamente, muy de vez en cuando cae cuando quiere), suele ser todo el día caluroso y uno que otro todo nublado. En fin, se nubla, hace friíto (pero no tanto) y un viento típico comienza a correr y comienza a caer: el olor a tierra mojada lo inunda todo, y ya no sólo huele a tierra sino también a madera mojada; lo relaciono conmigo mirando la lluvia sentada, echada en la cama con la puerta del balcón abierta y cantando a más no poder, o parada sacando la cabeza por la ventana. Olor a madera por el marco de la puerta. La lluvia me huele a nostalgia, a sueños, a amor, a recuerdos. También la relaciono a ramas de árboles, de eucalipto sobre todo, muy muy altas que se juntan y se enredan, se funden pero aún así dejan pasar la lluvia; y la siento sobre mí, y el olor ya no es sólo de tierra mojada, esta vez es eucalipto, es hierba y polvo".

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