jueves, 11 de septiembre de 2008

Suzhou trajo lo que no era suyo

From 3rd Week - Suzhou, China

El error fue prenderme de su foto en el libro del Instituto que nos dieron.  Me enamoré de su rostro y de las posibilidades que me provocaban sus ojos rasgados, casi infinitos.

Luego decidimos que salir casualmente era tan normal como los accidentes entre bicicletas, motocicletas y peatones (sí, todos al mismo tiempo).  Y es que lo normal siempre se adecúa a las circunstancias que queremos y nosotros nos queríamos adecuar a gustarnos sin admitir nada.  En vez de un beso ella me ofrecía una manzana.  En lugar de una caricia, una sonrisa mía.  En vez de irnos a la cama, una inocente invitación a su habitación para utilizar su computadora y mirarnos las caras de extranjería que cada uno traía.

-Te portas tan bien con tus colegas chinos.


-Yo soy el que vengo a su país, no debo por qué portarme de otra forma.


-Te gusta la China demasiado, ¿no es asi?


-Me gusta desde que descubrí que mis juguetes los hacían aquí -me forcé a decir, no porque fuese mentira, sino porque decirle que en realidad la china que me gustaba era ella hubiese sido un final bastante abrupto.  Más abrupto que éste.


(Tomado de La libreta de Xi'an)

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La tribu errante