¡A ayudal!
Pero es el lado humanitario que más duele y conmueve. En estas últimas dos semanas, dos grandes catástrofes han impactado al continente anfitrión de las Olimpiadas. Casi 30,000 personas murieron en Birmania a causa de un tifón. En Sichuan, provincia china donde se originó el epicentro, la cifra ya llega a los 12,000 muertos. Por motivo de las Olimpiadas y el interés que siempre he tenido por China, he comenzado a leer China Digital Times, un portal periodismo chino independiente y colaborativo.
Tan pronto hay una catástrofe de este nivel, accedo a la página de la Cruz Roja Internacional. Allí tienen un mecanismo fácil y seguro para hacer donaciones al instante a las misiones que tiene la Cruz Roja en el lugar del desastre. Cuando accedan verán que todavía no está China en la lista, pero tan pronto entre la misión de la CRI al país, podrán enviarle dinero.
Las Olimpiadas y el futuro de ChinaEsta represa, junto a todos los edificios que se están levantando en las grandes ciudades chinas, es la nueva muralla china del siglo XXI. Las aguas del Yangtze que se alzarán sobre aldeas milenarias es la metáfora más certera, como muchos analistas y escritores han dicho, para mostrar que China no tiene reparos en dejar su pasado atrás para volver a ocupar su sitio como la potencia mundial que siempre ha sido, excepto en los últimos 300 años. Pero, después de todo, ¿qué son tres siglos en la historia china que abarca doscientos siglos?
Hay que brindar oportunidades
Uno puede diferir con los chinos en su abismal récord de derechos humanos, por su anexión ilegal del Tíbet (independentista al fin, soy solidario con la autodeterminación e independencia de la nación tibetana) en su trato al medioambiente y en un sinnúmero de políticas erradas, pero hay un espíritu eminentemente chino (heredado, muy probablemente por ser una de las civilizaciones más antiguas del mundo) de unirse como pueblo y alcanzar metas altísimas, y de darle suma importancia al esfuerzo tanto individual como colectivo. El cambio que ha sufrido China en las últimas dos décadas ha dejado perplejo al resto del mundo. Conceder la sede de las Olimpiadas a China es un reconocimiento por parte de la comunidad internacional a esta realidad y demuestra el interés de Pekín de abrirse al mundo sin miedo. Esto tiene que ser bienvenido tanto por los incondicionales y los críticos de China. La interacción entre los pueblos y no el aislamiento o la guerra es la clave para propiciar cambios dentro de los países que, como la misma China, que tienen graves problemas internos.
La participación económica en el mercado chino ha sido el atractivo más grande y ha influenciado, desde la época de Nixon, el discurso hacia la China comunista por parte de Washington. Esta apertura entre China y Occidente, si bien estuvo matizada inicialmente por cuestiones ideológicas y estratégicas, siempre estuvo y estará fuertemente fundamentada en el capitalismo y en la noción de crear riquezas.
Fue Deng Xiaoping quien modificó el llamado de Mao ("¡Es glorioso ser revolucionario!") por "¡Es glorioso ser rico!". Esa apertura y riqueza ha llevado a China a elevar los estándares de salubridad, educación y empleo en su población y aunque hay grandes retos en cuestión de democracia, libertades y justicia, el camino de la cooperación y amistad ha logrado cambios positivos y espero que estas Olimpiadas, con todos los dolores de cabeza que ha causado, le sirvan a Pekín para seguir transformando al país, esta vez con más conciencia y responsabilidad.
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