La vía
Dos ancianos se encuentran conduciendo por una calle donde los carros pasan rápido y no abundan los establecimientos. Se escucha una música tranquila, de viaje, y sus rostros se ven complacidos. De repente, el pasajero se exalta y empieza a mirar a su alrededor como si acabase de despertar de un sueño y grita: «¡Para!».
El conductor se asusta y se detiene abruptamente en el carril del paseo. El pasajero se baja del auto inmediatamente y el conductor hace lo mismo luego de apagar el motor.
Conductor: ¿Pero qué pasa?
Pasajero: Mano, ¿qué rayos estamos haciendo?
Conductor: Pues conduciendo, ¿no ves? Llevamos años haciéndolo.
Pasajero: Pero, ¿a dónde vamos?
Conductor: Pues a donde va todo el mundo, coño.
Pasajero (confundido): No, no, no, espérate… No mano, no pue… ¡¿qué va a pasar cuando lleguemos?!
Conductor: …Nnn, no me había puesto a pensar en eso…
Pasajero (temeroso): Joder, cabrón…
Conductor: Bueno, pero tampoco nos podemos quedar parados aquí, o sea.
Pasajero (sarcástico): ¿Ah sí? ¿Y qué sugieres?
Conductor: Pues seguir, ¿qué más?
Pasajero: No, no, no…cabrón, ¿no te das cuenta? ¡No sabemos qué nos va a pasar!
Conductor: ¡Nadie sabe qué va a pasar!
Pasajero: Pues no, ¡vamos a virar!
Conductor: ¡¿Quéeee?!
Pasajero: Vamos a virar.
Conductor: ¡Loco, no podemos virar!
Pasajero: Claro que sí, vamos, yo guío.
Conductor (burlón): Sí, Pepe.
Silencio. Los dos viejos pensativos parecían dos gotas de lluvia en el medio de una inmensidad atravesada por dos vías: un sin sentido que el sol pronto extinguiría.
Pasajero: Nada más míralos. Siguen por ahí pa’bajo sin detenerse a pensar qué carajo están haciendo.
Conductor: Bueno…en verdad, para serte honesto, yo tampoco. Pero qué felices éramos mientras lo ignorábamos.
Pasajero: Éramos, tú lo has dicho.
Conductor (luego de una pausa): ¿Y ahora qué hacemos?
Pasajero: Vamos a comer algo.
Conductor: De nada servirá, como quiera vamos a llegar.
Pasajero: ¡Coño, pero tenemos que comer! Lo que no sirve de nada es quedarse aquí. Vamos.
Conductor: Ok, ok, vamos.
Los viejos se detuvieron en una panadería cuyas paredes eran de cristal. El pasajero, mientras se comía un sándwich ve a una muchacha salir de la panadería y montarse en un carro.
Pasajero: Dios mío…qué linda esa nena.
Conductor: Ay, mijo, si a ti te gustan todas.
Pasajero (Ignorando el comentario y luego suspirando): Pensar que a esa edad uno anda con mapa…
Conductor: Dame una servilleta.
Pasajero (dándole una servilleta): Mano, si tuviera una foto de ella…y de este sándwich…y de nosotros y de esta panadería y de este momento… ¿tú sabes cuántos momentos nos hemos perdido?
Conductor: Diablo mano, en verdad estás empezando a darme pena. O sea, no lo cojas a mal, te entiendo, pero sólo acéptalo: vamos a llegar.
Pasajero: Si fuera por mí, me iría por el expreso.
Conductor: ¿Por qué?
Pasajero: Por ahí es que ella cogió, ¿no la viste?
Conductor (señalando a la carretera por donde venían): No. Por ahí vamos a llegar más rápido.
Pasajero (burlón): Bueno no afectará en nada, «como quiera vamos a llegar».
Conductor: ¡Vete al carajo!
Pasajero: Ya mismo nos vamos.
Jefté Lacourt (San Juan, 1983) adora el olor del papel de historieta y preferiría morir viendo una película. Nació en un día lluvioso de abril y a donde quiera que va lleva su abrigo verde.
2 comentarios:
Hace tiempo tuve el privilegio de leer este texto. Ahora, al leerlo de nuevo, tuve la oportunidad de reencontrarme con él y hasta de apreciarlo mejor. Muy buena selección de nuestro amigo. =)
Bravo! Excelente!
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