Raro porque en estos días escribí la carta más larga que en mi vida haya escrito.
Controvertible porque me he puesto a leer e investigar sobre un tema que nunca me había tocado tan cerca y lo hice para retar mis conocimientos y la mala costumbre de sentirme complaciente con el conjunto de valores adquiridos a través de la infancia y adolescencia.
Inesperado porque tuve la maravillosa ocasión de que un deambulante norteamericano en el Parque del Indio en El Condado me sugiriera un libro al enterarse que estaba estudiando derecho y porque hoy La tribu cumple un año.
La escena en El Condado transcurrió así:
Leía el caso S.S. Lotus para mi clase de Derecho Internacional Público sentado frente al mar. Pensaba que vendría aquí a estudiar para descansar de la biblioteca o de mi casa ya que la brisa y el sonido del mar amortiguaban casi perfectamente la gritería de los niños en los columpios. Como a las cuatro de la tarde de ese domingo de nubes grises -y luego, de reality shows en vivo- se me acerca un señor de pelo blanco despeinado, con la cara encendida en rojo y salitre y unas chancletas Reef destartaladas. Un leve olor mustio que se desprende de sus cabellos, axilas y entrepierna me llega a mi nariz gracias a la brisa del mar y enseguida se hace obvio que este señor americano era un deambulante que vivía, al parecer, debajo de unos almendros en esa playa. Me mira leyendo y se me acerca para pedirme un dólar. En inglés le respondo que no tengo un peso, pero te doy una peseta y así mismo la saqué (con cierto dolor porque ese día había olvidado mi móvil en casa y tenía el menudo contado para hacer mis llamadas desde un teléfono público) y se la puse en la mano. Me dio las gracias pero se interesó en los papeles que estaba leyendo (era el único en todo el parque que estaba con papeles, bolígrafos y un sobre blanco grande que contenía la carta larga con el nombre de una persona sumamente especial en el exterior) y me preguntó qué rayos estaba leyendo. International Law. Ah!, an International Lawyer, we need more of those, me respondió con la vista hacia el mar. Have you read King of Torts? No, le dije. John Grisham's book...oh, you'll like it. Le pedí que me repitiera el título y lo anoté en el margen inferior de una de las páginas del caso. Le dije que lo leería y le di las gracias. Volveré al parque, eso no tengo duda, y espero que en alguna de esas ocasiones pueda verlo otra vez y decirle, gracias por la recomendación.
Así ha empezado el año...jum, a ver cómo me sigue yendo...
3 comentarios:
Lo lei hace unos años y esta bueno, al menos entretiene. De hecho el autor es John Grisham, abogado entre otras cosas
En la calle se aprenden muchas cosas y, otras historias, de quien menos te lo imaginas.
Hay deambulantes que tiene tanto que decir...
saludos
Unos (bastantes) años atrás, tuve la oportunidad de trabajar en una caseta como guardia de seguridad. Tuve como compañero de guardia a un personaje increíblemente gracioso y sorprendentemente interesante. Conocía cada una de las constelaciones, sus nombres y su simbología. Llamaba “dama” a las mujeres, e informaba con cortesía a todos los visitantes. Le decían “Pichón”, para mí era Don Ángel.
Terra:
Siempre hay más buenos personajes que malos en la vida real.
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