Como parte de mi trabajo en la revista Empresarios, suelo ir a eventos especiales de las marcas más importantes de bebidas y a los restaurantes más noveles de la Isla.
Haré un pequeño recuento de las últimas tres que he asistido: una en La Concha, otra en el restaurante La Vista del Marriott en Condado y la semana pasada en Budatai. Mañana voy a una de Absolut en el otro restaurante de Roberto Treviño, Bar Gitano que, de hecho, ya me han contado sobre los encuentros del tercer tipo con la supuesta paella que sirven. Nunca le digo no a una invitación, así que ya a partir del viernes o sábado leerán sobre mis impresiones del Bar Gitano.
Chivas Regal 25 años - Edición Limitada - 13 de noviembre de 2010
Pernod Ricard Puerto Rico y V. Suárez nos invitaron al salón Ocean View de la Concha para una velada especial. ¿El motivo? El lanzamiento en Puerto Rico del whisky ultra premium Chivas Regal 25 años. La rareza de la mezcla lo hace una bebida de edición muy limitada y esa noche fue su debut en Puerto Rico. Como parte de la actividad, también se sirvieron el Chivas 12 y 18 (el último, como el 25, jamás lo había probado).
Meses antes había tomado por vez primera el Blue Label de Johnnie Walker, cuando entrevisté al embajador de la marca para Latinoamérica, el venezolano Arturo Savage. Arturo estará contento cuando le diga que el Chivas 25 no superó mis expectativas. Me pareció muy picoso al paladar y casi inofensivo a la nariz, salvo el rico aroma a mazapán que el Blue no tenía. Pero el de 25, desgraciadamente, no me invitó a más.
Sin embargo, y a parte de mis humildes notas de cata, en mis conversaciones con Ken Lindsay, el embajador global de Chivas que nos visitaba para el evento, pude aprender más sobre la historia de la casa Chivas, las leyes de la época y la competencia feroz (aunque bastante amigable) entre las grandes casas de esta agua de vida y de la gran destilería Strathisla, la más antigua de toda Escocia, cuyas maltas, como el ADN de cualquier ser viviente, siempre han sido parte del blend de Chivas Regal.
A mí me gustó más el Chivas 18 años, con poquísimo hielo y un chorrito de agua mineral. El 25 lo tomamos a temperatura (de Puerto Rico) sin nada más y creo que esto fue lo que afectó el whisky. En la Isla suelen ocurrir desastres gustativos como estos por el descuido de dejar que los productos importados (sobre todo las bebidas) adquieran nuestra temperatura ambiente. Estos problemas también se originan por la transportación inadecuada que sufren los mismos.
Los platillos que sirvieron de acompañante fueron centrados en lo caribeño como churrasco con un chimichurri de mangó. Quizás me serví unas cuatro veces de esta bandeja. No me acuerdo mucho del resto del menú y lo más probable se debió a que fueron platos trillados, como el mismo churrasco que ya, desde hace algún tiempo, se encuentra hasta en la sopa.
Reapertura La Vista Restaurant -Marriott de El Condado - 9 de diciembre de 2010
El 8 de diciembre, la hermosa Ness Marie Tollinche del Marriott, nos invitó a la reapertura de La Vista, la opción de bufetes del hotel Marriott, al cual fui en mis años más tiernos. No volvía en más de una década y fue grato encontrar el lugar de muchas cenas familiares redecorado con tonos vibrantes pero sencillos.
La mayor parte de la acción se concentró en la barra localizada en la terraza y el booth de promoción de Bacardí por razones obvias: toda la cerveza, vino, Bacardí, Dewar's y vodka que quisieras consumir. Para mí, sin embargo, lo más que esperaba era degustar los nuevos ofrecimientos del lugar.
Empezaron con tostones, unos montaditos con pico de gallo y otros de carne desmenuzada de cerdo y piña (me imagino, una versión de la famosa receta mexicana de los tacos al pastor). Lamentablemente algunos de estos tostones llegaron fríos a nuestras bocas (nuevamente, el problema de la temperatura), pero un restaurante de comida caribeña/tropical no puede prescindir de ellos.
Otro plato que ya se ha vuelto icónico en este tipo de restaurantes es el ceviche. La Vista nos deleitó con un ceviche de setas maravilloso, coronándose, sin exagerar, como el bocado más rico de la noche. Lo mismo no puedo decir del ceviche de camarones, vieiras y langosta. Si bien todos los mariscos estuvieron tiernos, el aderezo del ceviche era inexistente. No sentí el limón ni las hierbas que lo acompañaban. Realmente fue como un cóctel de mariscos y nada más.
También pasaron unos mini pastelillos a los que la gente les cayó encima como pirañas y son, pues, las frituras que nunca faltan en este tipo de eventos al aire libre y frente al mar. Lo que siguió después sin embargo (y espero yo) estuvo más cercano al tipo de comida que La Vista sirve o debiera seguir: camarones en salsa de leche de coco acompañado con arroz blanco y chaufa de quinoa (cereal milenario cultivado en los Andes por los Incas) con sirloin y setas. Chaufa es el nombre para el arroz frito en la tradición sino-peruana llamada chifa. O sea, en Perú en vez de decir 'comida china' dicen 'chifa' y el arroz chaufa es la reinterpretación peruana de este clásico plato oriental.
Para mí la inclusión del chaufa de quinoa y los camarones en leche de coco (aquí pude notar algunas influencias del Caribe colombiano) fue acertada y audaz. En fin, una inesperada y más que adecuada movida que nos llevó de los tostones y pastelillos del principio a algo singular y diferente.
Johnnie Walker Black y la Tecnología - Budatai - 16 de diciembre de 2010
Tengo un iPhone 3Gs y una MacBook de hace dos años, por lo que un iPad en estos momentos me parece algo redundante que no me aportaría mucho a mi diario vivir. A lo mejor me lo compro, sobre todo, cuando los precios hayan bajado, así que eso puede esperar un poquito.
Bueno, hablo del iPad porque en este evento la gente de Johnnie Walker nos mostró una degustación guiada utilizando los susodichos artefactos. Al final la gente no se entretuvo para nada con ellos porque todos los tragos con Black eran gratis. La ecuación no era, pues, tan difícil de resolver y más cuando uno está en un lugar de tanto renombre como Budatai: significaba, claramente, más dinero para probar los afamados platos de Treviño.
Este es, pues, el acertijo a resolver: ¿vale la pena comer en Budatai? Dejando atrás la pompa y el renombre, Budatai es un excelente lugar para experimentar fusiones inesperadas entre lo asiático y caribeño. Si bien añadir el plátano maduro en la preparación de dumplings y arroz frito puede considerarse el más grande lugar común de toda cocina experimental a lo boricua, el rodaballo tipo sashimi/tiradito pero con coco (el plato se llama Herame: Thinly Sliced con Coco, Yuzu & Toasted Garlic) fue una extraordinaria sorpresa. Entre lo ácido, dulce y fresco del pescado, este platillo ($16) cumplió su cometido de refrescar y satisfacer el paladar.
Aunque los mejores sushi de pega'o los he comido en Yinya's en la Central, el Spicy Tuna Pega'o de Budatai fue un apatecible bocadito en donde el atún perfectamente condimentado se derretía en tu boca como una mantequilla y, al masticarlo junto con el arroz pega'o, creaba una deliciosa amalgama de texturas y sabores en la boca. El ofrecimiento de sushi de Budatain pasó la prueba.
Vamos ahora a los platos calientes. Ordenamos los Pork Dumplings Guisados Served with Shaved Truffles (estos contenían amarillo y fueron cocinados al vapor) y los Veal Potstickers con una salsa de langosta y cebollines verdes. El primero destellaba sabores intensos, entre lo salado de la salsa y lo dulce del amarillo. El relleno de estos dumplings de cerdos era abundante y con los siete que nos sirvieron de estos muchachos ya empezamos a llenarnos. Llegaron luego los de ternera, en donde fácilmente se podía adivinar un sabor más discreto, recogido que los de cerdo. Esa dulzura natural de la carne de ternera y de la langosta lograron crear un plato refinado, de sabores específicos y ligeramente acentuados por la cocción que se les dio al sartén.
A este punto, con cuatro aperitivos (no olvidemos que los tragos eran gratis) los dos que ordenamos nos sentíamos satisfechos. Sin embargo, cuando este servidor vio en el menú un arroz frito con pato y amarillo tuve que ordenarlo, pero esto es algo en que caemos los sibaritas o, como nos dicen por ahí, los comelones. Este plato ($13) más que arroz frito, parecía un mampostea'o al estilo oriental: pegajoso, brillante, compacto. Con ingredientes como la salsa soya, el amarillo y la grasa del pato cualquier plato sabe rico y este fue el caso con este arroz frito. ¿Lo volvería a pedir? Quizás no, me iría con otro de los fideos o arroz (el Basmati Fried Rice with Shrimp ya me tiene meditando) que tienen en el menú, pero para una primera visita al Budatai estuvo más que bien. Y, si se fijan, con cuatro aperitivos y un arroz frito, dos adultos quedamos más que satisfechos por alrededor de $70. No es barato, ciertamente, pero ordenando inteligentemente o si lo que se quiere es salir de copas y probar algo diferente, Budatai no es un asalto a mano armada y pinta muy bien.
Este fin de semana, luego de las respectivas jarteras de Navidad, les traigo mis notas sobre Bar Gitano. Hasta entonces, buen provecho.
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